lunes, 3 de enero de 2022

Agnóstico y guadalupano

W, Mex 12,12, 2021


Se puede ser agnóstico y ser guadalupano. Se puede ser anticatólico y ser guadalupano. Parecen afirmaciones absurdas por ser aparentemente excluyentes, pero tienen mucho sentido y conmensurabilidad una vez que le prestas atención por un rato para reparar por qué.

Para empezar, intrínsecamente la hipocresía religiosa es lo que permite calificarse guadalupano sin ser católico, y más aún antirreligioso; pues si un confeso católico se comporta abiertamente opuesto a lo que expresa su doctrina mediante una conducta licenciosa para su fe, un no creyente al conducirse "contrariamente" a la doctrina católica por definición, es en la práctica equivalente.

Extrínsecamente la inercia cultural nos impone automáticamente atributos por regionalidad, o sea hablando "en cristiano" cuando uno como mexicano piensa en Tailandia, Camboya, Tíbet, Japón, China, entre la abstracción aparece el budismo como religiosidad de los habitantes de aquellos países, y al estar allá, ese súper-yo (psicoanalítico) hará que pensemos y tratemos a los lugareños como "budistas" aunque no lo sean. Análogamente de allá para acá, nosotros somos católicos guadalupanos, hasta demostrarse lo contrario.

Con estas justificantes accidentales uno puede afirmar como mexicano, agnóstico y anticatólico, ser guadalupano. Pero hay justificaciones sustanciales, las cuales son las importantes como interesantes, a saber:

1. Como mexicano me hace sentir especial la idea de vivir en una tierra sagrada. Hay mitologías como las griegas, con deidades como Quetzalcóatl, Tláloc o Coatlicue; pirámides y centros ceremoniales cuales culturas egipcias o celtas. Los aztecas deambularon y lucharon hasta encontrar su tierra prometida, con una águila sobre una nopalera, devorando una serpiente; así como los hebreos erraron y lucharon con muchos pueblos hasta encontrar el lugar donde manaba la leche y la miel. Tenemos sincretismos como los tiemperos, la Santa Muerte, Martín Malverde o San Juan Soldado. Y por supuestísimo contamos con la epifanía de María del Tepeyac, El Crisol de todas las religiones y mitologías anteriores. Que tuvimos el honor de ser uno de sus epicentros siendo elegidos por Dios, por los dioses. Cada divinidad, cada leyenda o mito, cada monolito y artesanía, han trascendido fronteras siendo admirados por europeos y gringos, y venerados por otros pueblos latinoamericanos. ¿Cómo negar mi veneración ante semejante legado divino?

1.1. Como elemento avergonzado de la gandallés del patriarcado, siento una vehemente deuda justa y justificada con las mujeres, además de mi instinto halagüeño de cortejo biológico de simpatizar con ellas. Acepto su valor como equivalente al del varón, según sus propiedades biológicas. Por esta justificación, totalmente herética, es que también veo en ella un Crisol Universal que representa el aspecto femenino de las cosas, de los fenómenos y las entidades; El Yin del Tao, la herejía del determinismo; la caricia contra la mano dura del Padre; el caos como germen de la vida y del incierto e indecidible destino, que por el dedo de Dios Padre se escribió.

1.2. Toma con una mano a Lilit y con la otra a Magdalena en acto de sororidad, para no solo ser igual al hombre, sino La Santísima Teotokos y Cristotokos, en loor corilidiano.

1.3. Es la Diosa Madre, Pachamama, Gea, Omecihuátl, la Madre de la Tierra, de la que fuimos formados, de la que comemos, de la que levantamos nuestros hogares, y a la que regresaremos.

1.4. Es Isis que guarda los secretos y puede revelarse como Amaterasu.

1.5. Es Coatlicue, Tonantzin, Madre de la Tierra, Madre de los Dioses, Diosa de la Vida, Diosa de la Muerte, la Santa Muerte con aterradora imagen que come humanos al ponerse el Sol.

Por todo esto soy guadalupano. Pero,

2. Como filósofo considero auténtico milagro la epifanía mariana en suelo mexicano. No me interesa demostrar la autenticidad de las apariciones para satisfacer a los incrédulos o al Vaticano, pero hay hechos, inconsistencias e interrogantes que justifican la fe del devoto, como yo.

2.1. El origen material y artísitico de la tilma de Juan Diego no tiene explicación satisfactoria. Aunque se suponga que fue artesanía nativa, no hay otra semejante o igual en el Valle de México para argumentar una comparación contextual. Aunque puedan aparecer evidencias posteriores, resulta muy extraño que no haya algo por mínimo que sea, de otra artesanía en Ciudad de México, pues no fue una obra prehispánica, sino colonial, o sea la técnica no se murió con Teotihuacan, ni se puede asegurar que haya sido exclusiva de los mexicas.

2.2. No hay templos ni capillas en México ni en América continental de María de Guadalupe de Extremadura, ni advocaciones semejantes, que no sea la Guadalupana Mexicana. Ni siquiera en el archipiélago de Guadalupe en las Antilllas, renombrado así por Cristóbal Colón, supuesto devoto de la Guadalupana de Extremadura, hay algo que se relacione con Ella, como para teorizar que la Guadalupe Mexicana fue por devoción de españoles-laicos. Es más, no hay evidencia de evangelización de religiosos regulares ni seculares de los siglos XVI y XVII, en nombre de María de Extremadura. El parecido icónico entre la Virgen Negra y la Virgen Morena es mínimo, ¿las estrellas? Y sus epifanías mitológicas son totalmente ajenas, así que no veo justificación de ver el origen de la devoción en España, como lo supusieron los confundidos Juan Pablo II y Pío XI.

2.3. El sustantivo "Guadalupe" es inseparable entre las advocaciones del Tepeyac y de Extremadura. Con base en el párrafo anterior, es muy complicado saber el origen o por qué se llama así María del Tepeyac, que no sea por acto irracional de fe, porque así lo quizo Ella. Suponer no da consuelo. Ciertamente entre los mismos católicos se acepta que "Coatlaxopeuh" (la que aplasta a la serpiente), pudo haberse con-fundido fonéticamente con la "Guadalupe" de las Antillas y de España, por los gachupines y criollos, pero no por los nativos, que terminó imponiéndose como el idioma español. Íbidem al ser ajenas las mitologías y no haber devoción de Extremadura en América, al contrario de implicar un sincretismo alevoso y premeditado en el Tepeyac por españoles, ¿canónigos o seglares? Es más conveniente cuestionar, ¿qué mejor lugar había para que ocurriese la epifanía de la Santísima Teotokos, Madre de la Tierra, de la Vida y de la Muerte? Sí, pudo haberse aparecido en Oaxaca, Veracruz, Guanajuato, Tlaxcala, Perú,... pero, sin restarle valor a esas regiones, ¿por qué desaprovechar el Centro del Virreinato que a la vez era centro de adoración de Coatlicue-Tonantzin? Teteoinan, madre de los dioses (Teotokos), madre de Huitzilopochtli, de Atón Sebaot, de Horus. Falda de Serpientes (Coatlicue) --> Teteoinan (madre de los dioses) --> Coatlaxoupeuh (la que aplasta a la serpiente) --> Madre de Atón, de Horus, de Huitzilopochtli --> Diosa de la Tierra, de la Vida y de la Muerte --> Lilit y la Santa Muerte --> Coyolxauhqui --> La Luna a sus pies, Arabia, Guadalupe. Aunque sean coincidencias conspiranoicas, esto es más, mucho más, de lo que un incrédulo o un católico pueden desvelar, sin prescindir que es un paradigma de un deísta, positivista, pagano y jodido mexicano fiel de Nuestra Señora de Guadalupe, satisfecho de ver a Horus devorando una serpiente, sobre un nopal.

Por mi raza hablará el Espíritu... Santo.

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