Esta quizá sea la interrogante más
complicada para el común de filósofos en la Historia. Definir “vida” resulta un
mucho más complicado que los conceptos de “muerte”, “ser vivo”, o incluso
“Dios”. La tendencia es esquivar la definición o dejarla como una idea
intuitiva, o referir las acepciones de sabios o científicos.
Es común que de impronta se confunda
“ser vivo” con “vida”, pero en un esfuerzo intelectual es mayéutico que las
abstracciones concluyen diferente pero conmensurables una de la otra; la vida
incluye los seres vivos pero también su medio, que contiene a su vez factores
abióticos como ríos, playas, montañas, rocas, clima, etc. La vida no solo puede
ser representada por la meiosis vista en un microscopio por ejemplo, o la foto
de un feto, sino por algo más complejo como un amanecer, la caza de cebras por
un grupo de leonas, la dinámica de una galaxia, la fotosíntesis, un minero
trabajando, un familia cenando, o incluso el momento de un asesinato, entre
otras miles de ideas que podrán imaginar.
¿Qué tienen en común las ideas
anteriores? La armonía siempre en movimiento de la
existencia, sus entes y relaciones entre sí. Esto es lo que fríamente algunos
podrían aceptar como “vida”. Sin embargo al ser un tema soslayado por
filósofos, y al restar las palabras de los sabios, generalmente despreciadas
por el común de las personas, éstas, tienden a tener actitudes románticas con
el concepto, hasta llegar a ser considerado como indefinible o inefable,
generando mitos psicológicamente nocivos.
Es recomendable remembrar lo que
significa “ser vivo” en Biología, para tener una asociación sinérgica de ideas,
el cual se define generalmente por las propiedades de éste, y aunque
dependiendo del biólogo pueden variar en número, sin temor a equivocarme o
peor, a tener una corrección por parte de ellos, referiré siete: 1)
Reproducción, 2) Adaptación 3) Crecimiento, 4) Irritabilidad, 5) Movimiento, 6)
Metabolismo, y 7) Organización. Con estas propiedades es que ocurre el enigma y
discriminación de los virus como organismos, a diferencia de los siente reinos
naturales, en donde todos poseen estas cualidades. ¿Qué es un virus? Esa
entidad que parece tener vida pero no ser un ser vivo a la vez. Es
científicamente con base en los atributos mencionados, el eslabón entre la
materia inerte y la materia viva.
Religiosamente la vida es o puede ser
entendida en términos de “amor”, “muerte”, quizá “Dios”. “Vida después de la
muerte”, o “vida más allá de la vida”, son locuciones frecuentes en
mentalidades religiosas. Aunque estrictamente el amor puede ser definido como
el sentimiento que nos mueve a realizar la verdad, también puede ser concebido
como la actitud de menospreciar la propia vida en favor de algo o alguien.
Pragmáticamente para un secuestrador o un esclavista la vida humana tiene un
precio, pero para quienes no lo son, ésta puede ser invaluable, pero para
quienes aman, solo la muerte puede pagarlo.
El primer principio religioso o al menos
uno inherente, primitivo, elemental y hasta trascendental de muchas culturas,
filósofos y sabios, incluyendo a su servidor, es “proteger la vida”, que
generalmente no se presenta de esta manera, más corrientemente se expresa como
“no matar”. La razón de manifestarlo de forma negativa e imperativa, es por la
irracionalidad de la masa, como se refirió anteriormente, que se le facilita
más obedecer una orden, que lucubrar sobre su principio, asimilarlo, y
profesarlo. No se trata de no matar por imposición, sino de proteger por
convicción. Lo cual es realmente imposible para el grueso de la humanidad
comprenderlo, la dificultad intelectual es demasiada, que solo queda
condicionar la voluntad. Evocando y ejemplificando, “proteger la vida” es lo
más importante religiosamente para con la humanidad, para con Dios es la
verdad, o cumplir su voluntad. Pero “proteger la vida” no implica proteger un
ser vivo, he allí que se patenta la diferencia entre ambas ideas, y la
trascendencia de una en la otra, y que resulta en un violento choque de ideas
en las mentalidades frecuentes. En un ejemplo simplista, ante un alacrán
deambulando en el perímetro de la cuna de un bebé, el padre o la madre tiende a
matar el arácnido, no solo retirarlo con gentileza lejos de la criatura, es
matarlo sin pensarlo, certera y contundentemente. O un zancudo picándonos. O
una cucaracha en el piso… o un embarazo no deseado.
Sí, la secuencia lógica termina de
manera violenta, pero así es, para proteger la vida, principio superior del
universo, es necesario sacrificar vidas, la muerte, sí, en muchos casos no
tiene legitimidad, pero eso explica la muerte del alacrán, de la cucaracha, del
mosquito, de una madre en labor de parto; talando un árbol para una cabaña, yendo a la carnicería a comprar, o incluso conforme los mitos, las
muertes de Quetzalcóatl, Osiris, o de Jesús.
Esperando lo mejor, muy buen día, muy
buen sexo, y que todo sea para bien.
Protector de la vida, W
PD El mundo es de los vivos.
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