LA SIGUIENTE EXÉGESIS PUEDE HERIR MORTALMENTE SENSIBILIDADES CRISTIANAS, ABSTÉNGASE A LEERLA SI CREE QUE JESÚS ES DIOS Y QUIERE SEGUIR SIENDO BUEN CREYENTE. SUERTE!!!
La mayoría de creyentes comprometidos con su religiosidad, principal y lógicamente trinitarios y unicitarios, al darse cuenta de mi incredulidad de la deidad de Jesucristo, me hacen ver con tristeza que antes de darme el beneficio de la duda, de saber por qué no creo, prejuzgan y discriminan de una forma por demás lamentable, reafirmando mi antipatía religiosa a su hipocresía como a su creencia insustentable.
He dedicado como muchas otras personas, el tiempo necesario y suficiente para sostener una postura que se jacte de bien fundamentada. Nadie investiga con el anhelo de caer en la mentira. En su investigación muchos creyeron o reafirmaron su fe, su servidor con pena y tristeza concluyó en todo lo contrario. La verdad no peca pero incomoda. La verdad nos hace libres, no necesariamentes felices.
Si después de ver las siguientes razones sobre la falsedad de la divinidad de Jesucristo, persisten en su creencia jesuoteísta, al menos dense cuenta que no dejé de creer a lo tarugo, pues muestro mucho más interés en la verdad que el 99.99% de cristianos trinitarios y unicitarios de todo el mundo.
El método es dialéctico, mayéutico en su esencia, realizando preguntas pristinas de fe, cuya respuesta objetiva a la luz de la Biblia, la Teología Natural y la Historia, concluyen en la negación absoluta de la divinidad de Jesucristo con todo el dolor de mi corazón:
Las evidencias son de 3 tipos: indirectas intrínsecas, extrínsecas y directas. Las pruebas indirectas son las que menos toma en cuenta el judeocristianismo, sin embargo, son tan importantes que fueron las que me llevaron a la penosa conclusión que Jesucristo NO ES Dios en ninguna forma real. Los jesuoteístas están tan acostumbrados a debatir las pruebas directas, que cuando se enfrentan a las que muestra su servidor, quedan perplejos al no saber cómo contrargumentarlas de tal forma que de inmediato las derogan por no cumplir con su supuesta ortodoxia. El que razone y tenga buena voluntad, entienda.
PRUEBAS INDIRECTAS (INTRÍNSECAS).
1) Lucas I, 26-56; II, 1-20; 41-52: “...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios... Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y por sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados te andábamos buscando. Él les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio”.
PRUEBAS DIRECTAS.
La mayoría de creyentes comprometidos con su religiosidad, principal y lógicamente trinitarios y unicitarios, al darse cuenta de mi incredulidad de la deidad de Jesucristo, me hacen ver con tristeza que antes de darme el beneficio de la duda, de saber por qué no creo, prejuzgan y discriminan de una forma por demás lamentable, reafirmando mi antipatía religiosa a su hipocresía como a su creencia insustentable.
He dedicado como muchas otras personas, el tiempo necesario y suficiente para sostener una postura que se jacte de bien fundamentada. Nadie investiga con el anhelo de caer en la mentira. En su investigación muchos creyeron o reafirmaron su fe, su servidor con pena y tristeza concluyó en todo lo contrario. La verdad no peca pero incomoda. La verdad nos hace libres, no necesariamentes felices.
Si después de ver las siguientes razones sobre la falsedad de la divinidad de Jesucristo, persisten en su creencia jesuoteísta, al menos dense cuenta que no dejé de creer a lo tarugo, pues muestro mucho más interés en la verdad que el 99.99% de cristianos trinitarios y unicitarios de todo el mundo.
El método es dialéctico, mayéutico en su esencia, realizando preguntas pristinas de fe, cuya respuesta objetiva a la luz de la Biblia, la Teología Natural y la Historia, concluyen en la negación absoluta de la divinidad de Jesucristo con todo el dolor de mi corazón:
Las evidencias son de 3 tipos: indirectas intrínsecas, extrínsecas y directas. Las pruebas indirectas son las que menos toma en cuenta el judeocristianismo, sin embargo, son tan importantes que fueron las que me llevaron a la penosa conclusión que Jesucristo NO ES Dios en ninguna forma real. Los jesuoteístas están tan acostumbrados a debatir las pruebas directas, que cuando se enfrentan a las que muestra su servidor, quedan perplejos al no saber cómo contrargumentarlas de tal forma que de inmediato las derogan por no cumplir con su supuesta ortodoxia. El que razone y tenga buena voluntad, entienda.
PRUEBAS INDIRECTAS (INTRÍNSECAS).
1) Lucas I, 26-56; II, 1-20; 41-52: “...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios... Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y por sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados te andábamos buscando. Él les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio”.
Es intrigante notar, que a pesar de que María y José
sabían la procedencia divina de Jesús, que
sería llamado “el Hijo del Altísimo”, no
le hayan comprendido.
2) Juan VII, 2-5: “Se acercaba
la fiesta judía de las Tiendas. Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí y vete a
Judea, para que también tus discípulos vean las cosas que haces, pues nadie
actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al
mundo. Es que ni si quiera sus hermanos creían en él”.
Marcos III, 20-21: “Y entró
a una casa. Una vez mas se juntó la muchedumbre de modo que ellos no podían
siquiera comer. Pero cuando sus parientes oyeron esto, salieron para apoderarse
de él, porque decían: Ha perdido el juicio”.
Independientemente de que si los llamados hermanos de
Jesús lo hayan sido de sangre o no, tal término
por lo menos expone un parentesco muy cercano, que por tanto sabrían
también de su procedencia divina, narrada majestuosamente por Lucas, pero a
pesar de la narración espectacular de Lucas, ellos “se dieron el lujo” de no creer y de tachar
de loco al hijo de Dios.
3) Juan I, 29-34 (compárese con
Mc I, 7-11, Lc III, 15-22 y Mt III, 11-17): “Al día siguiente (Juan) ve a Jesús que venía
hacia él y dice: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es por quien yo dije: Viene un hombre detrás de mí, porque existía antes
que yo. Y yo no le conocía, pero he
venido a bautizar en agua para que él sea manifestado en Israel’. Y Juan dio
testimonio diciendo: ‘He visto el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma
y se quedaba sobre él. Y yo no le
conocía, pero el que me envió a bautizar en agua, me dijo: Aquel sobre
quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza en
el Espíritu Santo. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido
de Dios’ ”.
Mateo XI, 2-6 y Lucas VII, 18-23:
“Y Juan, que en la cárcel había oído hablar de Cristo, envió a sus
discípulos a decirle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos otro?...”.
Incluir Mt IX, 14-17, Jn III,
22-30.
Es también intrigante y muy importante notar que el
Bautista como hijo de Isabel, fue pariente de Jesús; y según Lucas, Isabel
estaba enterada de la divinidad de su “sobrino”. Si a estos detalles se le une
la declaración soteriológica que hace el Bautista, resulta de lo más extraño y
contradictorio su cuestionamiento, pues según Juan evangelista, primero admite
al “elegido de Dios”, y después manda a sus discípulos a cuestionar a su “divino pariente” sobre la
autenticidad de su mesianidad.
No debe pasar inadvertido que es Juan evangelista
quien recoge la supuesta declaración apoteósica del Bautista sobre Jesucristo.
Y menos, que a pesar de tal declaración, la gente continuaba siguiendo a Juan
Bautista, y sus discípulos le guardaron fidelidad incluso hasta después de su
muerte y por encima de Jesús, ¿por qué?
¿En qué momento
el apostolado se percató que Jesús era Yahveh Dios?
¿En qué momento
se percataron que Jesús era el “primogénito de la creación”?
¿Por qué o cómo
el apostolado lo concluyó? ¿Era unánime en el apostolado tal conclusión?
4) Marcos XIV, 66-72, Mateo XXVI,
69-75, Lucas XXII, 55-62 y Juan XVIII, 16-18; 25-27: “Estando Pedro abajo en
el patio, llegó una de las criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro
calentándose, le mira atentamente y le dice: También tú estabas con Jesús de
Nazaret, pero él lo negó: Ni sé ni entiendo de qué hablas...”.
Mateo XXVIII, 16-17: “Por
su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había
indicado. Y al verle le adoraron, algunos sin embargo dudaron”.
Marcos XVI, 11-13: “Ellos,
al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto
se apareció, bajo otra figura a dos de ellos cuando iban camino a una aldea.
Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a estos”.
Lucas XXIV, 9-11: “Regresando
del sepulcro anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás...
Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían”.
Juan XX, 24-29: “Tomás, uno
de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, los
discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Les contestó: Si no veo en sus
manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no
meto mi mano en su costado, no creeré...”.
Hechos I, 6-7: “Los que
estaban reunidos le preguntaron: Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el
Reino de Israel?...”.
Incluir Mt VIII, 23-27; XIV,
22-33; XV, 22-24; XVI, 21-23; XVII, 14-21; XVIII, 1-5; XIX, 13-15; Mc VIII,
14-21; IX, 38-40; Lc IX, 51-56; Jn VI, 66-71.
Es sorprendente ver la terquedad y escepticismo constante
de los apóstoles, reflejado principalmente por los pasajes citados, donde
también se dan el lujo de dudar y cuestionarse cosas a las cuales Jesús
reprochaba insistentemente. Incredulidad que indica que se percataron de la
divinidad de su santo maestro hasta después de ese Pentecostés… Ni sus padres, ni sus “hermanos”, ni su
“primo”, ni sus apóstoles; ni en vida ni en muerte ni resucitado estaban
completamente seguros de él, y es notable por la petición patética de Tomás el
Mellizo y la duda acerca del restablecimiento de Israel, y claro, sin olvidar
la traición de Judas.
Si realmente
Jesucristo es de abolengo divino, y fue reconocido así por sus padres, sus
parientes, los pastores, los sabios de oriente, Juan el bautizante, e incluso
fue causa de un infanticidio, ¿a qué se debió tanta incredulidad hacia su
persona? ¿A caso Dios endureció sus corazones como a faraón? ¿Con qué
propósito? ¿Quizá con el de causar millares de divisiones, fratricidio
cristiano intelectual, material, y centenas de genocidios por los discípulos
ulteriores y que de esa forma obtuvieran la Salvación?PRUEBAS DIRECTAS.
Si un apóstol llegó a creer que su maestro es de
abolengo divino ¿eso lo convierte en verdad? ¿Por qué? ¿A caso los milagros,
las profecías y una sana moral son suficientes?[1] Mc IX, 38-41;XII, 32-34; Num XXII,
5-6; Mt VII, 21; XXIV, 24; Dt XIII, 1-3.
(Notas al pie, hasta el final)
1) Salmo XC, 2: “Antes que naciesen los montes y formases la
tierra y el mundo, desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios”.
Isaías XLIII,
10-11: “…y se entienda que yo soy. Antes
de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá. Yo, yo soy Yahveh y
fuera mí no hay salvador”[2].
Habacuc I, 12: “¿No eres tú desde antiguo Yahveh, mi Dios, mi Santo? ¡Tú no mueres!...”.
Deuteronomio
XXXII, 39-40: “Ved ahora que yo, solo yo,
y que no hay otro dios junto a mi… Sí, yo alzo mi mano y digo: tan cierto como
he de vivir eternamente”.
1Timoteo I, 17: “Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos
de los siglos. Amén”.
VI, 15-16: “A su debido tiempo la mostrará (la manifestación de
Jesús) el Bienaventurado y solo Poderoso,
el Rey de reyes y Señor de señores; el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha
visto ni puede ver. A él sea la honra y el
dominio eterno. Amén”. (También Col I, 15+; Heb II, 11).
Marcos XII, 32: “Entonces el escriba le dijo: bien, Maestro,
verdad haz dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él”.
1Tesalonicenses I,
9: “porque ellos mismos cuentan de
nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los
ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.
Mateo XVI, 15-16:
“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís
que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios
vivo.”.
Números XXIII, 19:
“Dios no es hombre para que mienta, ni
hijo de hombre para que se arrepienta…”.
La
teología veterotestamentaria, sugiere que nada corrompe la esencia de Dios, que
es Único e inmutable; y parte de su
esencia es la inmortalidad, es eternamente un “Dios vivo”, no muerto. Ni el
Antiguo ni el NT admiten en Dios la muerte, es por eso que Jesús como Dios no
pudo haber muerto, pero murió. Si Jesús fuese Dios o parte de Él no habría
muerto, y el afirmar que la naturaleza divina de Jesús no murió es caer en
anatema por docetismo, gnosticismo y nestorianismo. En consecuencia no es
Dios. “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu
corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, te salvarás”, Romanos X,
9. Dice, “Dios le resucitó”. Compárese con 1Pe I, 21; Ro VIII, 11-13; Hch II,
22-24; 32; III, 15; V, 30; Salmo XVI, 8-11; etc. Etc. Gran diferencia entre el
resucitado y el resucitador.
2) 1Corintios VIII,
6(también Efesios I, 3; 17; 1 Timoteo II, 5-6; Ro XV, 6; Stg I, 1; 1 Pe I, 3,
Ap I,1; etc. Etc.): “Para nosotros no hay
más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el
cual somos; y un solo Señor Jesús Cristo, por quien son todas las cosas y para
el cual somos nosotros”.
Juan XVII, 3: “Esta es la vida eterna: Que te conozcan a
ti único Dios verdadero y a tu enviado Jesús Cristo”.
XX, 17: “Jesús le dijo: Suéltame, porque aún no he
subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."
XIV, 28: “…porque el Padre es mayor que yo”.
Marcos X, 18: “Pero Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas
"bueno"? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios”.
XIII, 32: “Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie
sabe; ni siquiera los ángeles en el cielo, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre”.
Santiago II, 19: “Tú crees que hay un solo Dios. Haces bien.
También los demonios lo creen y tiemblan”.
Juan XIV, 1: “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios,
creed también en mí”.
Son
tan inteligibles estos pasajes que ciegan la inteligencia. Es claro, hay un
solo dios, al que Jesús llama “el Padre”. Jesús es su enviado, sólo su enviado,
que es hombre al igual que Adán por el cual la Ley redime. Jesús no dijo:
“Crean en mí que soy Dios”.
3)1 Timoteo II, 5-6: “Porque
hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo
Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos”.
Romanos V, 7-21(también 1
Corintios XV, 22-45): “... fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su
Hijo... seremos salvos por su vida... como por un sólo hombre entró el pecado
en el mundo y por el pecado la muerte... con una trasgresión semejante a la de
Adán, el cual es figura del que había de venir... si por el delito de uno solo
reinó la muerte, por un solo hombre con mucha más razón los que reciben en
abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo,
Jesús Cristo... así como la
desobediencia de un solo hombre, todos
fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos
serán constituidos justos…”. Compárese con 1Pedro III, 18-19.
Mateo V, 17: “No penséis
que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar
cumplimiento”.
Por la definición o concepción
que se debe tener de “Dios”, entre sus atributos no destaca el absurdo, es
absurdo que el ofendido sea también el abogado defensor del ofensor, no tiene
sentido, y es patético pensar en misterios[3]. Está exuberantemente explícito que Jesús es
un hombre también y es el mediador, pero no Dios. Jesús como el último Adán,
como el redentor, debía pagar su vida por la muerte, lo justo por lo justo
según la Ley (Éxodo XXI, 23-25, Levítico XXIV, 19-21, Deuteronomio XIX, 21); Es
claro que Pablo utiliza la Ley Mosaica y no la Ley Cristiana (del perdón, de
ofrecer la otra mejilla) pues en verdad que Dios no habría permitido una
redención, pues ofrecería mejilla tras mejilla. Hombre por hombre, y no hombre
por Dios. De creer en un dios trasgresor de su propia Ley, de un dios patético
y absurdo, de una escritura contradictoria, a un hombre que no es Dios... preferible creer que Jesús no es Dios.
4) Juan I, 18: “A Dios nadie
le ha visto jamás, el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha
contado”.
V, 37-38: “Y el Padre que
me envió ha dado testimonio de mí. Pero nunca habéis oído su voz, ni habéis
visto su apariencia, ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque vosotros
no creéis a quien él envió”.
1 Juan IV, 12: “A Dios
nadie le ha visto nunca...”.
Juan VI, 46: “No es que
alguien haya visto al Padre; sino aquél que ha venido de Dios, ése ha visto al
Padre”.
Juan VII, 16: “Jesús les
respondió: Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado”.
XIV, 7-11: “Si me conocéis
a mí, conoceréis también a mi Padre. Desde ahora le conocéis y le habéis visto.
Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto
tiempo estoy con vosotros y no me conocéis, Felipe? El que me ha visto a mí ha
visto a mi Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre?”.
Mateo XI, 27: “Todo me ha
sido entregado por mi Padre, y nadie
conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino
el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Éxodo XXXIII, 20(también III,
6; XIX, 21; XX, 19; XL, 34; Lev XVI, 2): “Pero mi rostro no podrás verlo;
porque no puede verme el hombre y seguir viviendo”.
Génesis XXXII, 25-31(Oseas
XII, 4-5; Jue VI, 22-24; XIII, 20-23): “Y habiéndose quedado solo Jacob,
estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba... Jacob llamó a aquél lugar
Penuel pues (se dijo): he visto a Dios cara a cara y tengo la vida salva”.
Juan VI, 40: “Porque ésta
es la Voluntad de mi Padre: Que todo el que vea al Hijo y crea en él tenga vida
eterna...”.
Es observable cómo san Juan discierne a Dios de Jesús
insistiendo que…:
1°
Nadie ha visto a Dios... 2° Pero
Jesús nos ha contado como es... 3°
Si alguien ve a Dios (su rostro) con seguridad morirá. 4° Pero todo el que ve al Hijo y crea en él, vivirá eternamente (Col I,
15+).
Cuando Jesús menciona: El que me ha visto a mí ha
visto a mi Padre, por contexto, los pasajes mencionados, no se refiere a la
majestuosa e inefable imagen de Dios, sino a su doctrina, a su Voluntad, a su
esencia; es decir, Dios es amor, Dios es Acción, lo cual es visible en Jesús.
La pelea de Jacob [y los Jueces] es lo que aparentemente contradice o se
excluye de lo anterior, pero, Juan conocía las Escrituras y su hierático canon,
para poder hacer tal declaración a cerca de Dios tuvo que tener en cuenta que,
por lo visto en ese pasaje y en el de Oseas, Jacob no peleó con Elohim sino con
su ángel, con un ángel de Elohim peleó. La contradicción tampoco es un atributo
de Dios.
5) Malaquías II, 10: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha
creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra
el otro, profanando el pacto de nuestros padres?”.
Mateo XXIII, 9: “Y no llaméis a nadie su padre en la tierra,
porque uno solo es su Padre, el que está en los cielos”.
V, 16: “Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo que vean vuestras buenas
obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.”.
V, 48: “Sed,
pues, vosotros perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto”.
VI, 26: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más
valor que ellas?”.
Juan XX, 17: “Jesús le dijo: Suéltame, porque aún no he
subido al Padre. Pero vé a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y su
Padre, mi Dios y su Dios."
Mateo
VI, 9: “Vosotros, pues, orad así: Padre
nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre”.
Juan X, 31-39 (también Jn V,
16-18; Sal LXXXII, 6): “… No queremos apedrearte por ninguna obra buena,
sino por una blasfemia, porque tú siendo hombre te haces a ti mismo Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra Ley: yo
dije, dioses sois? Si llama dioses a aquellos que se dirigió la palabra de Dios
[y no puede fallar la Escritura] ¿cómo decís que aquel a quien el Padre a
santificado y enviado al mundo blasfema por haber dicho: yo soy hijo de Dios?...”.
Mateo V, 9: “Bienaventurados los que hacen la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios”.
Filipenses II, 6: “…sentid entre vosotros lo mismo que Cristo,
el cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios”.
Es muy simple, es el mismo Jesús el
que ordena llamar “padre” solo a Dios. Y él lo ejemplifica con su persona todo
el tiempo, además, según Pablo no presumía ser Dios. Es por eso que hace notar
a los judíos su falsa acusación, declarando él, tener todo el derecho de
autonombrarse “hijo de Dios” por lo escrito en las Escrituras. Pero es
intrigante, cómo cristiano alguno no perciba la universalidad de este hecho y
continúe adjudicándoselo a un particular, Jesús.
Padre mío, Padre vuestro, Padre
nuestro.
6) Mateo IV, 1-11(también Lucas IV,
1-13): “Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser
tentado por el diablo. Y después de hacer ayuno por cuarenta días y cuarenta
noches, al fin sintió hambre, entonces se acercó el tentador y le dijo: Si eres
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas él respondió:
Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra salida de la
boca de Dios”. Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone
sobre el alero del Templo y le dice: Está escrito: “A sus ángeles te
encomendará, y te llevarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra
alguna”. Jesús le dijo: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”.
Todavía le lleva el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del
mundo y su gloria, y le dice: Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Dísele entonces Jesús: Apártate Satanás, porque está escrito: “Al Señor tu Dios
adorarás. Y sólo a Él darás culto”.
Santiago I, 13: “Ninguno, cuando
se vea tentado, diga: Es Dios quien me tienta, porque Dios ni es tentado por el
mal ni tienta a nadie”.
Colosenses I, 16: “...todo fue
creado por él y para él”.
Salmo II, 8: “Pídeme y te daré en
herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra”.
Éxodo XVII, 7: “Aquél lugar se
llamó Massá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y por haber
tentado a Yahveh diciendo: ¿Está Yahveh entre nosotros o no?”.
Mateo XI, 27: “Todo me ha sido
entregado por mi Padre...”.
Marcos I, 24: “¿Qué tienes tú con
nosotros Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: El
Santo de Dios”.
Por
el momento no corresponde descifrar quién es o qué es ese diablo; pero algo
importante qué notar, es que quien impulsó al desierto a Jesús fue el Espíritu.
Si Jesús fue humano, cuarenta días de ayuno en el desierto perturban a
cualquiera. Y se ve manifestado por el pasaje de la tentación, donde Jesús,
reconociendo su mesianidad,
está enterado que sus peticiones serán complacidas. Pero como se nota en la
agonía de Getsemaní, se desprende de ese
cáliz. Así que ese diablo, si fuere un personaje, contradice lo dicho por Jesús,
Pablo, el salmo y la carta de Santiago, pues ni Dios es tentado por el
mal y todo lo creado pertenece a Jesús Ungido. La duda planteada por el
tentador no es: “Si eres Dios”, sino: “si eres hijo de Dios”... ¿por qué duda
el diablo que Jesucristo sea “hijo de Dios”? ¿Por qué le ofrece los reinos del
mundo si todo le pertenece al “hijo de Dios”? Si el diablo, testigo de la
creación, sabía que Jesús era el “hijo de Dios” y co-creador del mundo ¿por qué
lo duda y ofrece lo que no le pertenece?... Y más obvio todavía porque hasta
los espíritus inmundos reconocen en Jesús al santo de Dios.
7) Juan I, 1: “En el principio la
Palabra existía y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios.
X, 30: “El Padre y yo somos uno”.
Juan VIII, 58. “Jesús les respondió:
en verdad, en verdad os digo, antes que naciese Abraham, Yo Soy”.
Filipenses II, 4-11: “… Sentid
entre vosotros lo mismo que Cristo, el cual, siendo de condición divina, no
hizo alarde de ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición
de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su parte como
hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre...
y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”.
Romanos IX, 5. “y los patriarcas;
de los cuales procede Cristo según la carne, el cual está encima de todas las
cosas, Dios bendito por los siglos, Amén”.
Hechos XX, 28: “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha
puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que
él se adquirió con su propia sangre”.
Juan XX, 28: “Tomás le contestó:
Señor mío y Dios mío”.
Estos siete pasajes son los únicos, o los más importantes, que exponen a
Jesús como “Dios”; pero se encuentran con graves dificultades, a saber:
I.- Son tan solo siete
pasajes contra toda la gama anterior que muestran lo contrario, que por si
fuera poco, faltan mucho más.
II.- Conforme lo
advertido en los Prolegómenos, sólo Juan
y Pablo son los que aparentemente
identifican explícitamente a Jesús con Dios, contando con dos cosas: II.1) Es evidente que san Pablo es el
erudito por excelencia dentro del apostolado, el cual marcó gran influencia
sobre los demás apóstoles, especialmente en el escritor del evangelio según
Juan, y en la cartas y apocalipsis homónimas. II.2) La erudición paulina mostró no sólo confusión, sino hasta
pugnas doctrinales, y se ve reflejado en la segunda carta de Pedro III, 15-16:
“... Aunque hay en ellas (las cartas paulinas) cosas difíciles de
entender, que los ignorantes y débiles interpretan torcidamente...”. Como
se ve, es palpable como tajante que a san Pedro también le costó trabajo
entender el pensamiento de Pablo en sus cartas; y eso que el buen Pedro anduvo
con Jesús y fue instruido por él.
III.- Vaya, ha quedado patente el
discernimiento apostólico entre el santo Jesús y el dios de Israel. Pues, hay al menos 20 pasajes que disciernen a Dios, el Padre, del
piadoso Jesús; contra 7 que aparentemente mencionan lo contrario. Y que se dice
“al menos”, para no abusar de la insensibilidad numérica; y “aparentemente”
porque es una mera reconsideración lingüística.
Más aún, quedan cuatro aseveraciones
concluyentes que terminan de sepultar esa falsa creencia jesuoteísta. A saber:
7.1) ¿En qué momento el
apostolado se percató que Jesús era Yahveh Dios? ¿En qué momento se percataron
que Jesús era el “primogénito de la creación”?... ¿Por qué o cómo el apostolado
lo concluyó?... ¿Era unánime en el apostolado tal conclusión?... ¿En qué
momento el apostolado se percató que
Jesús era una de tres personas de una Divinidad Trina o triforme?... … Gracias
a la vergonzosa y constante terquedad, y bochornoso escepticismo del apostolado[4],
es que se puede asegurar que ocurrió después de ese famoso día de Pentecostés.
Por lo que los evangelios –como “historia” [de Jesús] anterior a ese día–
pierden legitimidad como prueba a favor del jesuoteísmo.
Y si tal obstáculo parece una aseveración apelable e
inconcluyente, deben ser notorias tres cosas: 3.1) Los apóstoles, como todo
judío, esperaban al mesías, y al esperar al mesías esperaban a un siervo de
Yahveh y NO a un ángel o al mismo Yahveh. Y
lo que se ve en los evangelios, es precisamente
historia de la expectativa mesiánica, no solo el ministerio de Jesús,
sino el surgimiento de la fe en la mesianidad
de un hombre, Jesús de Nazaret, y no de que era un arcángel, Dios quizá. 3.2)
Las profecías mesiánicas consideradas por los judíos, por la ortodoxia; por fariseos, esenios,
zelotas… No se refieren a Yahveh Dios, o a un arcángel, sino a un “vástago de
David” y/o a un “siervo”; y tales profecías no identifican al mesías con Yahveh
Dios, no dicen que el mesías sería el dios de Israel[5].
3.3) Los discursos posteriores de Pedro, según Lucas[6],
certifican estas puntualizaciones. Pues se demuestra que su interpretación
mesiánica de las profecías se refieren a un hombre y NO a un dios o al mismo Yahveh Dios. Y que después de ese
día, quedaron, no solo convictos de la mesianidad de su piadoso maestro, sino
del significado del ministerio mesiánico y de su empresa apostólica.
Hermenéuticamente no es recomendable, es mas, es
equivocado el que una verdad trascendental como la trinidad haya sido revelada
al final de su ministerio mesiánico, bueno, por lo menos al final del evangelio
mateano. Lo que refuerza la idea que ese famoso pasaje [XXVIII, 19] es por
contexto UN ÚLTIMO RECORDATORIO TESTAMENTARIO DE SU EMPRESA TRICÉFALA[7] y NO una revelación de una
Divinidad-Trinitaria o triforme.
Y peor, bajo el supuesto de una asimilación por parte del apostolado
[primitivo] de la divinidad de su maestro después de ese Pentecostés, Lucas, de
forma inesperada y difícil de explicar, pero, sin querer queriendo escribió las
cosas de tal forma, repito, sin querer queriendo, que favorecen esta línea de
pensamiento. Lucas no solo sugiere que tal asimilación no fue sincrónica o
unánime en el apostolado primitivo; además, nos muestra que antes de la conversión
del buen Saulo, antes del capítulo IX, el apostolado primitivo a través de
Pedro y Esteban, NO pregonaban a un “primogénito de
toda la creación”, NO pregonaban a un dios, sino a un hombre de Dios[8].
Fue Pablo y solo Pablo el que comenzó a predicar a un Jesús de abolengo divino
sin consultar al primitivo y genuino apostolado[9].
Como si Lucas hubiese querido que el lector se diese cuenta que Pablo fue el
primero en reconocer que Jesús era “hijo de Dios” en contexto divino, ignorado
por los otros apóstoles.
7.2) Si retrocedemos en el tiempo siguiendo la historia de la “Trinidad” nos
percatamos que entre más lejos estemos del presente más difusa se hace. Tan
solo el Gran Cisma de Oriente en el 1054 entre las Iglesias de Oriente y
Occidente por la “filioque”, que
separaba ambas iglesias por un desacuerdo trinitario (al menos fue el
pretexto). Si nos vamos hasta el siglo V nos percatamos que apenas estaba
recién salido del horno tal dogma. Debido precisamente a herejías como la
arriana que no son sino la evidencia de un concepto difuso y no consensuado. En
la enseñanza Patrística de los siglos II, III y IV no hay evidencia de una
trinidad explícita. De hecho si se aferra uno a encontrarla, la encontrará,
pero muy aislada y poco conjeturable. Y es hilarante que en la misma Tradición
se encuentren ideas subordinacionistas
que no por nada causarían confusiones en la gente como en Arrio de Alejandría[10].
Y más atrás, en el kerygma, se pierde por completo. No se infiere ni forzando las Escrituras, que
los apóstoles en los Hechos, ni mucho
menos Jesús, hayan enseñado un Dios plural, ni mucho menos que hayan usado
alguna formulación trinitaria ritual (como en el bautismo). Pocos por no decir
nadie, ofreciendo el beneficio de la duda, ha imaginado que Jesús “bautizaba” “en el nombre del Padre, y del hijo y
espíritu santo”. Es complejo, pero de haber sido cierta la Trinidad como
una pedagogía gradual en la historia de la Salvación, resulta lógico
admitir-cuestionar que al momento de escribir sus relatos evangélicos, al menos
Juan y sobre todo Mateo, hubieran hecho una glosa sobre alguna enseñanza de
Jesús donde él enseñara la Trinidad o triformidad, aún oculta para los párvulos
discípulos; algo como: “… y aquí Jesús trataba de mostrar su relación con su
Padre y el Santo Espíritu, pero no entendíamos”[11].
La Trinidad y modalismo
como jesuoteísmo, contrastan estruendosamente con el monoteísmo tradicional
judío, y el hecho de que no hayan
sido aclarados en los textos neotestamentarios y en sus tertulias como una verdad teosófica que traían consigo las
Buenas Nuevas, es prueba evidente de su falacia. No simplemente se trata (ba)
de mostrar alguna identidad de Jesús como “hijo unigénito de Dios” o peor como
Dios, sino de patentar una nueva verdad teosófica como la naturaleza tri-una o tri-forme de Dios hacia el presuntuoso
monoteísmo tradicional judeo-hebreo, pero como no fue así, no fue así.
7.3) La mera
existencia del primer concilio de Nicea (en el 325), la mera necesidad de su
realización, es prueba por sí misma de la inmadurez cristiana. 300 años de
inmadurez, 3600 meses de inseguridad y división; en la Iglesia no hubo consenso
por 3 siglos sobre la naturaleza de su santo maestro, si era tan solo un
profeta, un dios, o el mismísimo Yahveh Dios. Desacuerdo que desprende al legado cristiano de una
confiable teología consecuente. Y
burlescamente demostrable por los cismas posteriores y la fragmentación
centenar sectaria, que manifiesta un infundamentado cristianismo enfermo y sin
solidez desde su origen. Por demás desconfiable de cualquier posición teologal.
7.4) El concilio
llegó a un acuerdo (por cierto no fue unánime) después de una consensuada
interpretación, ¡¿interpretación?!
El hecho de que haya ocurrido un concilio, y el que se haya interpretado,
sugiere dos cosas: 4.1) Que el apostolado NO transmitió fielmente el testamento de su santo maestro, y 4.2) Que el
inmediato legado apostólico NO supo
transmitir la convicción apostólica… … nadie supo hacer las cosas, nadie hizo bien su trabajo. Tal fabilidad
desvirtúa la confianza en el magisterio y deroga la confiabilidad del NT,
dejándolo susceptible al imperfecto y nada recomendable subjetivismo.
En conclusión, el jesuoteísmo es lapidado por la
penosa interpretación, pues ni el
apostolado supo transmitir de forma correcta su fe, ni su legado tampoco, que
la Iglesia posterior se ha visto en la penosa necesidad de interpretar las palabras apostólicas y hasta patrísticas. Que no se
sabe cuándo, cómo, por qué, y si fue unánime la deificación de Jesús Mesías.
Quién iba pensar que
el cristianismo sería tan complicado que se han escrito un millar de libros
para poder explicarlo… algo que demuestra su escaza solidez y su confusa
naturaleza, y que la hierática ciencia cristiana no es por revelación, sino por
interpretación, pues de otra forma no se explica tanta jurisprudencia patente
en millares de libros explicando el significado de los pasajes
neotestamentarios. Si no creen, vayan a una librería católica o pídanle a un testigo
de Jehová que les enumere sus publicaciones[12].
IV.- Ge I, 26-28: “Dijo Dios: Hagamos
al hombre a nuestra imagen, según
nuestra semejanza, y domine en
los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en todas las
alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la tierra...”.
Ge III, 22: “Y dijo Yahveh Dios:
¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a
conocer el bien y el mal...”.
Salmo LXXXII, 6: “Había dicho yo:
¡Vosotros dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!”.
Salmo VIII, 5-9 (de David) (también
Eclesiástico XVII, 1-8):“¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el
hijo de Hombre (Adán) para que de él cuides? Apenas inferior a un dios (otra
traducción: “a los ángeles”) le hiciste, coronándole de gloria y
esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti
bajo sus pies: Ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias salvajes, y las
aves del cielo y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas”.
A pesar de que la intención de Pablo
fue buena, fue paralogista, pues despojó al hombre, hijo de Adán, de todo
privilegio divino otorgado desde la creación. Todo hombre es semejante al
Creador, dios como Dios, dominante y señor de las obras del Creador. Y el
colocar la herencia de la que tiene por derecho el hombre, en posesión de
Jesús, Pablo cayó en interpretaciones, no sólo subjetivas, sino sugestivas, que
lo acarrearon a una profecía Jesuscéntrica grosera, p. Ej.: En Gálatas III, 15…
Respecto a Ge XII, 7, que por cierto lo contradice Ge XV, 5+. Jesús es imagen
de Dios (Col I, 15), por supuesto que lo es, porque es un hombre descendiente
de Adán. Cristo Jesús es dueño y señor
de todo lo creado, y lo tiene todo bajo sus pies; por supuesto, como todo hombre hijo de Hombre, de Adán.
Pero por supuesto también es innegable que Jesús es por derecho propio la
efigie de la virtud; algo de lo que abusó san Pablo y repercutió sin duda en san
Juan.
Juan X, 30: “El Padre y yo somos uno”.
Típico de los bisoños. El que sean uno no significa que sean co-iguales, sí,
son uno, pero no son co-iguales. Compárese con Jn XVII, 20-23, 1 Cor III, 6-8,
Jn XIV, 28; XX, 17 y Mc XIII, 32; X, 18… como si Apolo y Pablo fueran un
solo ser humano en dos personas distintas.
¿Cuál
era la duda de Tomás, si su maestro había resucitado, o que si era Yahveh Dios?
Si Tomás Dídimo (el Mellizo) hubiese creído que Jesús era el Dios Todopoderoso
encarnado, no hubiera hecho tan patética petición para creer.
1Re VIII, 27: “Pero, ¿en verdad Dios habitará sobre la tierra? He aquí que los cielos y
los cielos de los cielos no pueden contenerlo. ¡Cuánto menos este templo que he
edificado!”[13].
[1] Guerra de los Judíos II, 7; Antigüedades Judías XVIII, 1; 3, 4, 5. Aboth
Pirkei I, 12; Shab. XXXI.
[2] En el NT Jesús no se
autonombra “salvador”, es el apostolado
el que lo llama de esa manera.
[3] Si el ofendido defiende
al ofensor ¿contra quién acusa y defiende? ¿Para qué tanto teatro soteriológico
pues si al cabo terminaría perdonando? Definitivamente Dios no juega a los
dados…
[4] Evidencia “D”.
[5] Mal III, 22-24; Mt XVII, 9-13. ¿Reencarnación
o Metáfora?
[6] Hechos II, 22-24+; 32-36; III, 13-26; IV, 8-12;
24-31; V. 29-32; VII, 35+.
[7] Pues los discípulos como albaceas (apóstoles) le
responden a tres patronos: a Dios, el Padre, por ser el dueño de la empresa. Al
Mesías, el hijo, como su jefe inmediato; con quien es la empresa (Jn XVII,
18-19). Y finalmente, al Espíritu Santo, “los amigos o hermanos”, para quien es
la empresa (Jn XV, 12-16; XVII, 6-8; 18-21). Ese “Espíritu Santo”, no es el
Paráclito, sino todo aquello que representa “espíritu santo”, y por sustracción
se refiere especialmente a la comunidad de fe, a la Iglesia… a la comunidad del
espíritu santo. En contraste a la del espíritu maligno, del espíritu del mundo.
[8] Hechos II, 22-24+; 32-36; III, 13-26; IV, 8-12;
24-31; V. 29-32; VII, 35+.
[9] Hechos IX, 20 y Gal I, 16-17 respectivamente.
[10] Apéndice B
[11] Como ejemplo considere y
bástese el pasaje de Jn VI, 70-71, donde se muestra el uso de una glosa.
[12] Mt VII, 12; XI, 30; XXVIII, 19; V, VI, VII; Mc XII, 28-31…La enseñanza
de Jesucristo es tan clara y tan simple, que quien no lo vea de esa forma, le
gusta complicarse la vida. Le importan otras cosas: el culteranismo, el debate
intelectual o quizá el fanatismo. Pero definitivamente no le interesa seguir la
enseñanza y ejemplo de Jesús. Las más ejemplares comunidades cristianas, son
las primitivas, y en ellas no se encontrarán complicados textos de Teología,
catequesis, historiografía… ni siquiera Nuevo Testamento. Esto debería
ejemplificar la simplicidad del cristianismo, y que pretender otra cosa es: 1) o
por una obsesión intelectual sin salida con los textos paulinos, elaborada
filosofía o teología. o 2) por mero
gusto intelectual, a sabiendas que la doctrina cristiana no exige tanta
palabrería. Su servidor esta consciente de ello, y este ensayo es mero placer
intelectual, porque al actuar, no hay mejor consejo que “el útil servicio es
sinónimo de Dios”.
[13] Apéndice C (pruebas
definitivas de la falacia divina de Jesús).
PRUEBAS INDIRECTAS EXTRÍNSECAS.
Estas pruebas son las más polémicas para el tradicional judeocristiano jesuoteísta, tanto, que las niega de inmediato sin profundizar sobre la validez de la forma en que presentan las evidencias los creyentes.
Estas, de forma independiente y en suma de las anteriores, deroga de manera contundente la creencia sobre la deidad de Jesucristo en cualquier apreciación.
Tan simple que, para demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías judío tan esperado por sus compatriotas (ni siquiera que es Dios mismo), el mismo Jesús, Pedro e igualmente Pablo, usan las "Escrituras", es decir el AT judeocristiano o Tanaj judío. Esto descalifica el uso del NT por los judeocristianos contemporáneos, que no existía en el siglo I ni mucho menos fue usado por los primitivos cristianos. En consecuencia, cualquiera que quiera usar el NT para demostrar que Jesús es Dios, dándole prioridad por encima del AT, es no solo un error, sino una descarada forma de mentir.
Su investigador contrito, W.
Estas pruebas son las más polémicas para el tradicional judeocristiano jesuoteísta, tanto, que las niega de inmediato sin profundizar sobre la validez de la forma en que presentan las evidencias los creyentes.
Estas, de forma independiente y en suma de las anteriores, deroga de manera contundente la creencia sobre la deidad de Jesucristo en cualquier apreciación.
Tan simple que, para demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías judío tan esperado por sus compatriotas (ni siquiera que es Dios mismo), el mismo Jesús, Pedro e igualmente Pablo, usan las "Escrituras", es decir el AT judeocristiano o Tanaj judío. Esto descalifica el uso del NT por los judeocristianos contemporáneos, que no existía en el siglo I ni mucho menos fue usado por los primitivos cristianos. En consecuencia, cualquiera que quiera usar el NT para demostrar que Jesús es Dios, dándole prioridad por encima del AT, es no solo un error, sino una descarada forma de mentir.
Al no haber NT en siglo I ¿cómo disertaban y defendían su fe los
apóstoles y primigenios cristianos?
¿Es que Pablo usó en las sinagogas ante los eruditos judíos sus
epístolas o el evangelio según Juan para demostrar la divinidad de Jesús?
Hechos XVII, 1-4: “Atravesando Anfípolis y Apolonia llegaron a
Tesalónica donde los judíos tenían una sinagoga. Pablo, según su costumbre, se
dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con ellos basándose en las
Escrituras, explicándolas y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar
de entre los muertos, y que ‘este Cristo es Jesús, a quien yo os anuncio’.
Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas como una gran
multitud de griegos que adoraban a Dios y no pocas de la mujeres principales”.
10-12: “Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta
Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y
éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la
palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si
estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de
distinción, y no pocos hombres”.
Lucas XXIV, 13-27: “… Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y
tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era
necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de él decían”.
Juan V, 45-47: “No penséis que yo voy a acusaros delante del
Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Porque si
creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no
creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”.
Estos pasajes son la evidencia contundente (?) que para demostrar la mesianidad de Jesús de Nazaret, Jesús y compañía usaron el AT o Tanaj judío, y NO el inexistente NT.
Esto no elimina del todo el uso de NT, sin embargo, si lo restringe como prueba secundaria y no primaria como lo es el Tanaj para demostrar que Jesús es el Mesías o Dios mismo.
Razones a priori
Parece que al común de cristianos,
principalmente los para-protestantes, les pasa inadvertido el defecto
tautológico que adolecen al argüir sobre la deidad en Jesús. Usan los libros y
pasajes del NT tan expedita como si fuera un hecho que los paganos los
admitieran igualmente valederos. Cuando no es así. Saben perfectamente que es
un error no considerar el objeto y destinatario de los textos.
Sin entrar en demostraciones
rigurosas, es necesario responder sobre la naturaleza de los textos para
valorar apropiadamente el uso de los pasajes al momento de la argumentación.
- ¿A quién se cree estaba dirigido el evangelio
según Juan?
- ¿Cuál se cree que era su propósito?
- ¿Cuál era el propósito de las cartas paulinas?
- ¿Y el de las otras epístolas?
- ¿Y el de los sinópticos y los Hechos?
Se insiste que no es el momento de lucubrar
minuciosamente. Y al margen de esta advertencia, en general se admite que el
evangelio según Juan estaba dirigido a cristianos de origen gentil. Con el
propósito de revelar a esos neófitos gentiles la verdadera naturaleza de
Jesucristo como el unigénito de Dios. Y no a los escépticos o doctos judíos.
Esto restringe el valor global de este evangelio como evidencia argumentativa a
favor de la deidad en Jesús. Quizá sea de uso cristológico entre cristianos,
pero no como recurso teológico entre paganos. Pues tal acto sería desde un
principio parcial y ventajoso; absurdo y tautológico. Por ejemplo en Jn I, 1 el
autor hace una declaración dogmática, no una demostración. Declaración que es
lógica para creyentes, no para paganos. Y obvio que Pablo no la usaría en una
sinagoga como prueba cristiana.
Las cartas paulinas son cartas, de orden fraternal y doctrinal.
Y no rigurosas demostraciones teológicas. Al igual que la literatura joánica,
es militante, no proselitista. Por lo mismo poseen un mayor valor cristológico
para creyentes, que teológico para paganos.
La carta a los
Hebreos origina inquietudes sobre su origen, autor y finalidad. Aunque en
un principio se cree que estaba dirigida a “los hebreos”, quizá levitas
conversos de Judea, incluso hay quien ha sugerido a los esenios. Carece de
ecuanimidad y objetividad proselitista, pues desde su comienzo da por hecho que
Jesús es el Mesías Hijo de Dios SIN demostrarlo. Hace declaraciones
cristológicas, más que demostraciones teológicas o históricas sobre Jesús.
Por tanto, en global no es válida como
evidencia argumentativa a favor de la deidad en Jesús.
El resto de epístolas también adolecen ser militantes,
por donde, parciales.
Los sinópticos como los Hechos, son textos con mayor proselitismo que militancia. Lo que
los convierte en los textos que en global pueden ser usados válidamente en la
argumentación a favor de la deidad en Jesús. Y el resto de literatura del NT debe
usarse con cierta cautela en los pasajes particulares que sirvan de evidencia.
Y al usarse de acuerdo al tema anterior, deben ser de
orden secundario, como lo hizo Pablo, como lo hizo Jesús. Pues al no ser
testigos presenciales del ministerio, los cristianos contemporáneos, solo queda
apoyarse en esas “biografías”.
Por donde y por lo tanto, sabiendo que para demostrar que Jesús es Dios o el Mesías se debe dar prioridad al AT, que la incredulidad de sus parientes y discípulos rechazan la idea que hayan creído la divinidad de su santo maestro antes de Pentecostés y las pruebas directas, demuestran que Jesús no es Yahveh Dios, ni trino ni triforme, ni de ninguna otra forma.
Su investigador contrito, W.
VAYA QUE BUEN FORO... MEGUSTO !
ResponderEliminarBuen día mi amigo.
EliminarEsperando no te dejes llevar por la primera impresión y en verdad te guste el contenido del blog, que lo disfrutes.
W
Bueno, personalmente no te juzgo, no eres el primero ni el último que rechaza la Deidad de Jesús por creer tener razones intelectuales. No te discrimino en lo absoluto por ello, de hecho me caes muy bien, podría considerarte "mi amigo" de no ser que levo poco tiempo conociéndote y charlando contigo. Me gusta tu sinceridad y tu forma de ver las cosas. Así que me puedo sentir a gusto respondiendo este post.
ResponderEliminarHay algo notorio en todo esto, y tú mismo lo admites: nadie investiga para quedar en la mentira, y así como tú lo dices de ti yo lo digo de mí.
Cierto, la gran mayoría de los creyentes no investigan, creen y punto (lo cual no es malo si se tiene la verdad). El problema de esto radica que al no investigar dejan huérfana a la razón y luego van tras las sectas. Curioso que esto lo haya dicho, palabras más o palabras menos, a los titianos, ehortándoles a que investiguen o al menos a que vean las pruebas que he visto yo, pero en vano. Y nada más sincero que esto que dices: "La verdad nos hace libres, no necesariamente felices". Eso captó mi atención.
Vayamos a tus razones.
* RAZÓN NÚMERO UNO: NI SUS PADRES
Es interesante lo que aquí ocurre, pero insuficiente como para rechazar la Deidad de Jesús, sobretodo porque no es un invento del siglo XX el creer que Jesús es Dios. Ahora, la consciencia mesiánica de Jesús puede haber estado por encima de la realidad de que Jesús era su propio hijo (María y José). Un hijo dado por Dios no necesariamente sería Dios mismo -pensarían ellos-. Todo esto es posible aun cuando el nacimiento virginal se anuncia desde Génesis. Y más cuando parece ser que a la gente se le olvida fácilmente el mensaje divino. Tengo dos ejemplos:
El primero es cuando Jesús les advierte que iría a Jerusalén, pedecería, moriría y resucitaría. Cada vez que lo anunció no lo entendieron.
Incluso, en una de ellas, a pesar de que anunció que resucitaría (algo que sería notoriamente impresionante) Pedro dijo "que nada de esto te suceda" (Lc 16:22) evidenciando que igual no entendió. Ésa es la primera...
La segunda me pasó a mí. Puede que para ti no tenga significado alguno pero para mí fue muy real, y en base a lo que hablamos nadie me podrá refutar este aspecto. Hace mucho tiempo yo descuidé mi vida espiritual, y a alguien se le reveló por sueños algo sobre ello. Un amigo me indicó que el Señor le reveló algunos aspectos acerca de mí que me son de verguenza, y le confesé ciertas cosas que venía haciendo. Mi amigo me dijo que veía a una especia de figura que me daba latigazos, según lo que se le había mostrado, y que pronto me podría apartar del evangelio. Por supuesto que me atemoricé al momento y tomé cartas en el asunto. Pasaron los meses y la realidad fue que me aparté, comencé a hacer lo malo, y por supuesto que por mi mente ni siquiera pasó la exhortación de aquel amigo. Pasé mucho tiempo apartado hasta que por misericordia de Dios volví. Y fue justo después que volví que pude recordar la advertencia de mi amigo. ¿Qué pasó? ¿Por qué no lo recordé cuando debía hacerlo? No lo sé, lo cierto es que es totalmente posible, aun cuando se te ha dado una advertencia de que algo va a ocurrir, se te puede olvidar. A Pader se le dijo que antes que el gallo cantara negaría al Señor tres veces, y sólo después de la tercera negación fue que se dio cuenta. Ese tipo de cosas pueden pasar.
Este primer punto es poca cosa como para arriesgarse al infierno (que pareciera ser la negación del momento). Piénsalo.
Hermano: esta será una de 2 respuestas sugeridas. Será la breve y más sentimental.
EliminarMe da gusto que te hayas dado el tiempo de leer pero sobre todo de contrargumentar.
Pero no necesitas credenciales conmigo. Igual, aunque cristiano, y aunque hemos discutido con fiereza, eres de lo mejor en los foros, y más que como "defensor" como persona.
No me importa si crees en la Trinidad o no, en este año de "conocerte" sé que eres cabal como buena persona y para mi eso es suficiente.
Sé que no me discriminas por no creer. Sé que cuento contigo a muy larga distancia.
Por honor a tu visita, disertaré tus contraargumentos, y si me lo permites, lo publicaré en facebook, pa que la raza vea y aprenda a defender, ya sea su fe o su incredulidad.
Te deseo lo mejor broder, buena vibra y que disfrutes tu época de padre. Sé que tu hijo está en las mejores manos de Venezuela.
Tu compa, W.
Respuesta 2.1)
EliminarBueno bro, paso a refutar comentario 1:
Nadie, absolutamente nadie puede "tener la verdad" sin haberlo fundamentado de alguna forma. De otra manera todos seríamos suceptibles a multiverdades incoherentes con la realidad objetiva.
Me ofendes hno. Claro que esta primera razón es insuficiente para sostener la seudodeidad de Jesucristo, está de más tu comentario. Ofrezco 3 argumentos con diversas razones c/u. Tampoco es un invento del siglo XXI el rechazo a la "generación espontánea", a la "combustión espontánea" y hasta que "la Tierra no es plana", pero persisten sus apólogos o crédulos. Lo que te invito a valorar o mejor dicho, revalorar, es mi clasificación argumentativa. El primer argumento en contra de la deidad de Jesús es la suma de incredulidades por parte de su círculo de confianza, ¡poca cosa! Sus padres, hermanos, parientes, apóstoles!!! Todos. lo que lleva a concluir que no hay unanimidad de cuándo y cómo ocurrió la deificación del gran Chuy dentro de su discipulado. Si Jesús es "Dios" como sostienen, resulta más que increíble, incoherente la suma, la suma de incredulidad, desde su infancia, ministerio, pasión, muerte, resucitado y después de elevarse al Cielo (o irse a Cachemira, jeee).
"Pensarían ellos", "Génesis"; "No experimentes en cabeza ajena", no te lo permitas. ¿Ellos fueron simples mortales como tú y yo? Y aunque lo sean, no afirmes por ellos, ¿qué te da esa autoridad? Es axioma que ellos, judíos galileos rurales marginados y posiblemente indoctos, sumergidos en una guerra humillante, pensaran en lo que tu crees que pensaran, y mucho menos como un cristiano contemporáneo. Y menos en Génesis. Contextos muy pero muy diferentes, no compares.
Tu "prueba" del olvido está sesgada hacia mi lado que al tuyo, pues apoya mi tesis que no se sabe si fue unánime la deificación de Jesucristo por sus seguidores... ¿ésta prueba indica que Pedro, José, María y hermanos notaron que Jesús es Yahveh Dios hasta después de su crucifixión? ¿En qué momento si aún después continuaba la incredulidad?
Peor mi hermano, tu evidencia subjetiva no es válida en ningún escenario formal, me extraña que la expongas como prueba a tu favor, sabiendo que eso es incorrecto, digo, pues te muestras como "apologeta". La admito como anécdota pero no como evidencia.
En síntesis, no niegas la incredulidad paternal, ni mucho menos indicas cuándo dentro del relato evangélico sus padres estuvieron seguros de la deidad de su hijo. Queda vaga en tu exposición dicha convicción paternal como desde un principio he sostenido. Amén.
Continúa...
* RAZÓN NÚMERO DOS: NI SUS HERMANOS
ResponderEliminarTu segunda razón es muy similar a la primera. No todos los días se le puede decir a alguien "tu hermano es de procedencia divina". Es notorio que la confesión de Pedro acerca de la Deidad de Jesús fue por voluntad del Padre, no de Pedro. Y no es de sorprender que cuando buscaron a Jesús, no sólo estaban los hermanos sino también María. Que te digan que tu novia fue escogida por Dios para una tarea puede ser notorio unos días, pero después se te olvida, y eso no indica necesariamente falta de memoria sino de consciencia acerca de lo divino. Una cosa es recordar una revelación y otra muy diferente es de saber a todas luces lo que significa la expresión "hijo de Dios".
Pero debes saber que uno de sus hermanos, Santiago, finalmente creyó en él, y terminó siendo una de las columnas de la naciente iglesia cristiana.
...
* RAZÓN NÚMERO TRES: NI SU PRIMO
ResponderEliminarConfieso que esto me desconcertó cuando comencé a creer. ¿Cómo es posible que si se supone que estás enterado de que algo es verdad, vayas luego a examinarlo buscando una prueba de ello? Esto es normal en la vida cristiana y le pasa a todos los creyentes, no por el hecho de Juan sino porque a cada uno nos pasa. Yo comencé a investigar la fe cristiana porque comencé a leer cosas que la contradecían. AHí me dí cuenta: si se supone que estoy seguro de estar en la verdad, ¿por qué ahora busco justfificarla? Recordemos que la revelación de Juan el bautista acerca de su primo no viene sino por Alguien que le dijo que "donde viera reposar el Espíritu como paloma". Luego de su calamidad envía a preguntar si era o no el Mesías. Esto también ocurre: cuando a un creyente le ocurre una tragedia comienza a preguntarse si Dios verdaderamente existe (lo que un sicólogo denomina "el síndrome de la traición"), ya que uno como creyente esperaría que un Dios Todopoderoso lo proteja hasta de las gripas más tontas. Ello es una conducta normal, y sigue siendo un argumento muy pobre para arriesgar tu vida de semejante manera.
Que Juan el evangelista es el único que cita la declaración del bautista se debe a que el evangelio de Juan es diferente desde su concepción. Dudo que los demás discípulos no supieran de esta declaración, pero basta con mirar todo el panorama de Juan para saber que este evangelio es tan profundo como espiritual, no queriendo decir solamente lo que ocurrió signo lo que significa, por eso no ocultó la declaración del bautista, quien sí podía admitir conocer el significado de lo que era Jesús, aun por encima de su familia. Y el porqué siguieron al bautista nos indica la influencia de éste, sin inferir necesariamente que debamos poner en duda la Deidad de Jesús. A mi entender no le veo gran cosa como para desacreditar a Jesús.
* RAZÓN NÚMERO CUATRO: SUS DISCÍPULOS
ResponderEliminarYa hablamos de Pedro, ahora hablemos de Tomás, uno de mis preferidos. Lo de Tomás me gusta porque en cierto modo me identifico mucho con él. Y es el ejemplo clásico de que los discípulos no creían que Jesús fuere a resucitar. Pero las escrituras nos dicen que Tomás siempre fue así, su fe no era muy práctrica que digamos, hacía las buenas preguntas y parecía ser más objetivo que los demás. Pero Tomás no sólo dudó de lo que dijo Jesús (en vida) ni los discípulos, sino que los once dudaron de las palabras de María de haber visto al Señor.
Ahora, ¿buscas una razón para creer o para no creer? Ciertamente me apropiaré de tus palabras quién sabe por cuántos años: "Nadie investiga con el anhelo de caer en la mentira", y es muy cierto. Pero, ¿por qué basarse en Tomás y no en Juan, por ejemplo? A Tomás le bastaba tocar las heridas del crucificado maestro, a Juan por el contrario, sólo le bastó ver el sepulcro vacío. ¿Por qué Tomás sí y Juan no? Una pregunta tonta si se quiere, pero tan válida como las tuyas.
Un proverbio oriental dice "cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo". Esto lo digo no porque tú o yo seamos ni sabios ni necios, sino porque es fácil quitar los ojos se las cosas importantes mirando las cosas poblres. Fíjate que intentas basar tu incredulidad eterna en base a la incredulidad momentánea de los discípulos, y no sólo eso, sino que hablas de la incredulidad en la resurrección, ¿se leyó? ¡en la resurrección!... y no te has dado cuenta que poco importa la ola si se debe mirar el mar. A nadie le interesa si Pedro esperaba la resurrecció o no, o si Tomás esperaba equis cosa. Lo importante es que la tumba estaba vacía, y allí descansa el cristianismo.
Básicamente no te cuadran algunas cosas, que no necesariamente indican que sean imposibles, de hecho son perfectamente posibles. Y, el hecho de que no te cuadren estas cosas no le quitan a su Jesús su carácter de Divino. Entiendo que dijiste que habías investigado, la pregunta que me surje es: ¿dónde?
Vayamos a tus preguntas:
ResponderEliminar¿En qué momento el apostolado se percató que Jesús era Yahveh Dios?
Estando Jesús en vida. Esto podemos verlo en Tomás quien, a pesar de su incredulidad, dijo "Señor mío y Dios mío" (Jn 20:28). La declaración de Pedro debe persuadirnos de eso, pues el Mesías, según las Escrituras, debía ser divino. El cristianismo primitivo también heredó esto hasta nuestros días, pues en el 110 Ignacio escribe "Por cuanto nuestro Dios, Jesucristo fue... concebido en el seno de María... por el Espíritu Santo".
¿En qué momento se percataron que Jesús era el “primogénito de la creación”?
Buena pregunta. Pablo escribió acerca de esto alrededor del 60. Básicamente deberíamos preguntarnos ¿quién se lo dijo? Pedro admite que Pablo escribe según la sabiduría que le ha sido revelada (2Ped 3:16). Fíjate que Jesús nunca dijo ser el Creador y consecuentemente el primogénito de la creación (al menos que nosotros lo sepamos), sin embargo tanto Pablo como Juan lo declaran. Y si Pablo, quien lo dijo primero, hubiera dicho algo contrario a lo que creía el apostolado en general, ¿no crees que se lo habrían rechazado? Sin embargo no fue así, sino que fue confirmado.
¿Por qué o cómo el apostolado lo concluyó? ¿Era unánime en el apostolado tal conclusión?
Sí, no hay duda. Ya te dije que se creía que el Mesías era divino. El targum Isaías dice acerca de 9:6 "Admirable, consejero, Dios Fuerte, el que vive para siempre, el Ungido, en cuyos días la paz aumentará sobre nosotros". Basta con que Misqueas diga que es eterno para saber que es Dios. Así, la declarar Pedro que Jesús era el Cristo se aseguraba de identificar a Jesús con ese Prometido Divino, y que Jesús no lo reprochara sino que le bendijera es motivo suficiente para saber que era unánime. Y fíjate algo; luego de la ascensión de Jesús y la expansión del cristianismo se celebró una reunión en Jerusalen para tratar algunos temas que consideraron problemáticos, pero entre ellos ni se tocó lo concerniente a la deidad de Jesús, eso estaba claro.
Esto es un "por ahora". Luego continuo con lo que llamas las "pruebas diectas". Un abrazo. Bendiciones.