domingo, 8 de enero de 2012

¿Por qué no creo en la divinidad de Jesús?

LA SIGUIENTE EXÉGESIS PUEDE HERIR MORTALMENTE SENSIBILIDADES CRISTIANAS, ABSTÉNGASE A LEERLA SI CREE QUE JESÚS ES DIOS Y QUIERE SEGUIR SIENDO BUEN CREYENTE. SUERTE!!!



La mayoría de creyentes comprometidos con su religiosidad, principal y lógicamente trinitarios y unicitarios, al darse cuenta de mi incredulidad de la deidad de Jesucristo, me hacen ver con tristeza que antes de darme el beneficio de la duda, de saber por qué no creo, prejuzgan y discriminan de una forma por demás lamentable, reafirmando mi antipatía religiosa a su hipocresía como a su creencia insustentable.

He dedicado como muchas otras personas, el tiempo necesario y suficiente para sostener una postura que se jacte de bien fundamentada. Nadie investiga con el anhelo de caer en la mentira. En su investigación muchos creyeron o reafirmaron su fe, su servidor con pena y tristeza concluyó en todo lo contrario. La verdad no peca pero incomoda. La verdad nos hace libres, no necesariamentes felices.


Si después de ver las siguientes razones sobre la falsedad de la divinidad de Jesucristo, persisten en su creencia jesuoteísta, al menos dense cuenta que no dejé de creer a lo tarugo, pues muestro mucho más interés en la verdad que el 99.99% de cristianos trinitarios y unicitarios de todo el mundo.

El método es dialéctico, mayéutico en su esencia, realizando preguntas pristinas de fe, cuya respuesta objetiva a la luz de la Biblia, la Teología Natural y la Historia, concluyen en la negación absoluta de la divinidad de Jesucristo con todo el dolor de mi corazón:




Las evidencias son de 3 tipos: indirectas intrínsecas, extrínsecas y directas. Las pruebas indirectas son las que menos toma en cuenta el judeocristianismo, sin embargo, son tan importantes que fueron las que me llevaron a la penosa conclusión que Jesucristo NO ES Dios en ninguna forma real.    Los jesuoteístas están tan acostumbrados a debatir las pruebas directas, que cuando se enfrentan a las que muestra su servidor, quedan perplejos al no saber cómo contrargumentarlas de tal forma que de inmediato las derogan por no cumplir con su supuesta ortodoxia. El que razone y tenga buena voluntad, entienda.  


PRUEBAS INDIRECTAS (INTRÍNSECAS).


1) Lucas I, 26-56; II, 1-20; 41-52: “...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios... Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y por sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados te andábamos buscando. Él les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio”.

Es intrigante notar, que a pesar de que María y José sabían la procedencia divina de Jesús, que sería llamado “el Hijo del Altísimo”, no le hayan comprendido.

2) Juan VII, 2-5: “Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las cosas que haces, pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo. Es que ni si quiera sus hermanos creían en él”.

Marcos III, 20-21: “Y entró a una casa. Una vez mas se juntó la muchedumbre de modo que ellos no podían siquiera comer. Pero cuando sus parientes oyeron esto, salieron para apoderarse de él, porque decían: Ha perdido el juicio”.

Independientemente de que si los llamados hermanos de Jesús lo hayan sido de sangre o no, tal término  por lo menos expone un parentesco muy cercano, que por tanto sabrían también de su procedencia divina, narrada majestuosamente por Lucas, pero a pesar de la narración espectacular de Lucas, ellos  “se dieron el lujo” de no creer y de tachar de loco al hijo de Dios.

3) Juan I, 29-34 (compárese con Mc I, 7-11, Lc III, 15-22 y Mt III, 11-17): “Al día siguiente (Juan) ve a Jesús que venía hacia él y dice: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Viene un hombre detrás de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado en Israel’. Y Juan dio testimonio diciendo: ‘He visto el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios’ ”.

Mateo XI, 2-6 y Lucas VII, 18-23: “Y Juan, que en la cárcel había oído hablar de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos otro?...”.

Incluir Mt IX, 14-17, Jn III, 22-30.

Es también intrigante y muy importante notar que el Bautista como hijo de Isabel, fue pariente de Jesús; y según Lucas, Isabel estaba enterada de la divinidad de su “sobrino”. Si a estos detalles se le une la declaración soteriológica que hace el Bautista, resulta de lo más extraño y contradictorio su cuestionamiento, pues según Juan evangelista, primero admite al “elegido de Dios”, y después manda a sus discípulos  a cuestionar a su “divino pariente” sobre la autenticidad de su mesianidad.
No debe pasar inadvertido que es Juan evangelista quien recoge la supuesta declaración apoteósica del Bautista sobre Jesucristo. Y menos, que a pesar de tal declaración, la gente continuaba siguiendo a Juan Bautista, y sus discípulos le guardaron fidelidad incluso hasta después de su muerte y por encima de Jesús, ¿por qué?

¿En qué momento el apostolado se percató que Jesús era Yahveh Dios?
¿En qué momento se percataron que Jesús era el “primogénito de la creación”?
¿Por qué o cómo el apostolado lo concluyó? ¿Era unánime en el apostolado tal conclusión?

4) Marcos XIV, 66-72, Mateo XXVI, 69-75, Lucas XXII, 55-62 y Juan XVIII, 16-18; 25-27: “Estando Pedro abajo en el patio, llegó una de las criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: También tú estabas con Jesús de Nazaret, pero él lo negó: Ni sé ni entiendo de qué  hablas...”.

Mateo XXVIII, 16-17: “Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron, algunos sin embargo dudaron”.

Marcos XVI, 11-13: “Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto se apareció, bajo otra figura a dos de ellos cuando iban camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a estos”.

Lucas XXIV, 9-11: “Regresando del sepulcro anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás... Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían”.

Juan XX, 24-29: “Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, los discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré...”.

Hechos I, 6-7: “Los que estaban reunidos le preguntaron: Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el Reino de Israel?...”.

Incluir Mt VIII, 23-27; XIV, 22-33; XV, 22-24; XVI, 21-23; XVII, 14-21; XVIII, 1-5; XIX, 13-15; Mc VIII, 14-21; IX, 38-40; Lc IX, 51-56; Jn VI, 66-71. 
           
Es sorprendente ver la terquedad y escepticismo constante de los apóstoles, reflejado principalmente por los pasajes citados, donde también se dan el lujo de dudar y cuestionarse cosas a las cuales Jesús reprochaba insistentemente. Incredulidad que indica que se percataron de la divinidad de su santo maestro hasta después de ese Pentecostés…  Ni sus padres, ni sus “hermanos”, ni su “primo”, ni sus apóstoles; ni en vida ni en muerte ni resucitado estaban completamente seguros de él, y es notable por la petición patética de Tomás el Mellizo y la duda acerca del restablecimiento de Israel, y claro, sin olvidar la traición de Judas.
Si realmente Jesucristo es de abolengo divino, y fue reconocido así por sus padres, sus parientes, los pastores, los sabios de oriente, Juan el bautizante, e incluso fue causa de un infanticidio, ¿a qué se debió tanta incredulidad hacia su persona? ¿A caso Dios endureció sus corazones como a faraón? ¿Con qué propósito? ¿Quizá con el de causar millares de divisiones, fratricidio cristiano intelectual, material, y centenas de genocidios por los discípulos ulteriores y que de esa forma obtuvieran la Salvación?


PRUEBAS DIRECTAS.


Si un apóstol llegó a creer que su maestro es de abolengo divino ¿eso lo convierte en verdad? ¿Por qué? ¿A caso los milagros, las profecías y una sana moral son suficientes?[1] Mc IX, 38-41;XII, 32-34; Num XXII, 5-6; Mt VII, 21; XXIV, 24; Dt XIII, 1-3.
(Notas al pie, hasta el final)

       1Salmo XC, 2: “Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios”.

Isaías XLIII, 10-11: “…y se entienda que yo soy. Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá. Yo, yo soy Yahveh y fuera mí no hay salvador[2].

Habacuc I, 12: “¿No eres tú desde antiguo Yahveh, mi Dios, mi Santo? ¡Tú no mueres!...”.

Deuteronomio XXXII, 39-40: “Ved ahora que yo, solo yo, y que no hay otro dios junto a mi… Sí, yo alzo mi mano y digo: tan cierto como he de vivir eternamente”.

1Timoteo I, 17: “Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

VI, 15-16: “A su debido tiempo la mostrará (la manifestación de Jesús) el Bienaventurado y solo Poderoso, el Rey de reyes y Señor de señores; el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A él sea la honra y el dominio eterno. Amén”. (También Col I, 15+; Heb II, 11).

Marcos XII, 32: “Entonces el escriba le dijo: bien, Maestro, verdad haz dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él”.

1Tesalonicenses I, 9: “porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.

Mateo XVI, 15-16: “Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo.”.

Números XXIII, 19: “Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta…”.

La teología veterotestamentaria, sugiere que nada corrompe la esencia de Dios, que es Único e inmutable; y parte de su esencia es la inmortalidad, es eternamente un “Dios vivo”, no muerto. Ni el Antiguo ni el NT admiten en Dios la muerte, es por eso que Jesús como Dios no pudo haber muerto, pero murió. Si Jesús fuese Dios o parte de Él no habría muerto, y el afirmar que la naturaleza divina de Jesús no murió es caer en anatema por docetismo, gnosticismo y nestorianismo. En consecuencia no es Dios.  “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, te salvarás”, Romanos X, 9. Dice, “Dios le resucitó”. Compárese con 1Pe I, 21; Ro VIII, 11-13; Hch II, 22-24; 32; III, 15; V, 30; Salmo XVI, 8-11; etc. Etc. Gran diferencia entre el resucitado y el resucitador.         

2) 1Corintios VIII, 6(también Efesios I, 3; 17; 1 Timoteo II, 5-6; Ro XV, 6; Stg I, 1; 1 Pe I, 3, Ap I,1; etc. Etc.): “Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor Jesús Cristo, por quien son todas las cosas y para el cual somos nosotros”.

Juan XVII, 3: “Esta es la vida eterna: Que te conozcan a ti único Dios verdadero y a tu enviado Jesús Cristo”.

XX, 17: “Jesús le dijo: Suéltame, porque aún no he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."

XIV, 28: “…porque el Padre es mayor que yo”.

Marcos X, 18: “Pero Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios”.

XIII, 32: “Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles en el cielo, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre”.

Santiago II, 19: “Tú crees que hay un solo Dios. Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan”.

Juan XIV, 1: “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí”.

Son tan inteligibles estos pasajes que ciegan la inteligencia. Es claro, hay un solo dios, al que Jesús llama “el Padre”. Jesús es su enviado, sólo su enviado, que es hombre al igual que Adán por el cual la Ley redime. Jesús no dijo: “Crean en mí que soy Dios”.

3)1 Timoteo II, 5-6: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos”.

Romanos V, 7-21(también 1 Corintios XV, 22-45): “... fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo... seremos salvos por su vida... como por un sólo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte... con una trasgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir... si por el delito de uno solo reinó la muerte, por un solo hombre con mucha más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, Jesús Cristo...  así como la desobediencia  de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos…”. Compárese con 1Pedro III, 18-19.

Mateo V, 17: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”.
           
Por la definición o concepción que se debe tener de “Dios”, entre sus atributos no destaca el absurdo, es absurdo que el ofendido sea también el abogado defensor del ofensor, no tiene sentido, y es patético pensar en misterios[3].  Está exuberantemente explícito que Jesús es un hombre también y es el mediador, pero no Dios. Jesús como el último Adán, como el redentor, debía pagar su vida por la muerte, lo justo por lo justo según la Ley (Éxodo XXI, 23-25, Levítico XXIV, 19-21, Deuteronomio XIX, 21); Es claro que Pablo utiliza la Ley Mosaica y no la Ley Cristiana (del perdón, de ofrecer la otra mejilla) pues en verdad que Dios no habría permitido una redención, pues ofrecería mejilla tras mejilla. Hombre por hombre, y no hombre por Dios. De creer en un dios trasgresor de su propia Ley, de un dios patético y absurdo, de una escritura contradictoria, a un hombre que no es Dios...  preferible creer que Jesús no es Dios.
           
4) Juan I, 18: “A Dios nadie le ha visto jamás, el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado”.

V, 37-38: “Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Pero nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su apariencia, ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque vosotros no creéis a quien él envió”.

1 Juan IV, 12: “A Dios nadie le ha visto nunca...”.

Juan VI, 46: “No es que alguien haya visto al Padre; sino aquél que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre”.

Juan VII, 16: “Jesús les respondió: Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado”.

XIV, 7-11: “Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Desde ahora le conocéis y le habéis visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo estoy con vosotros y no me conocéis, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto a mi Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre?”.

Mateo XI, 27: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie  conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Éxodo XXXIII, 20(también III, 6; XIX, 21; XX, 19; XL, 34; Lev XVI, 2): “Pero mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme el hombre y seguir viviendo”.

Génesis XXXII, 25-31(Oseas XII, 4-5; Jue VI, 22-24; XIII, 20-23): “Y habiéndose quedado solo Jacob, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba... Jacob llamó a aquél lugar Penuel pues (se dijo): he visto a Dios cara a cara y tengo la vida salva”.

Juan VI, 40: “Porque ésta es la Voluntad de mi Padre: Que todo el que vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna...”.
           
Es observable cómo san Juan discierne a Dios de Jesús insistiendo que…:
  Nadie ha visto a Dios... Pero Jesús nos ha contado como es... Si alguien ve a Dios (su rostro) con seguridad morirá. Pero todo el que ve al Hijo y crea en él, vivirá eternamente (Col I, 15+).           
Cuando Jesús menciona: El que me ha visto a mí ha visto a mi Padre, por contexto, los pasajes mencionados, no se refiere a la majestuosa e inefable imagen de Dios, sino a su doctrina, a su Voluntad, a su esencia; es decir, Dios es amor, Dios es Acción, lo cual es visible en Jesús. La pelea de Jacob [y los Jueces] es lo que aparentemente contradice o se excluye de lo anterior, pero, Juan conocía las Escrituras y su hierático canon, para poder hacer tal declaración a cerca de Dios tuvo que tener en cuenta que, por lo visto en ese pasaje y en el de Oseas, Jacob no peleó con Elohim sino con su ángel, con un ángel de Elohim peleó. La contradicción tampoco es un atributo de Dios.

5) Malaquías II, 10: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres?”.

Mateo XXIII, 9: “Y no llaméis a nadie su padre en la tierra, porque uno solo es su Padre, el que está en los cielos”.

V, 16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.”.

V, 48: “Sed, pues, vosotros perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto”.

VI, 26: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?”.

Juan XX, 17: “Jesús le dijo: Suéltame, porque aún no he subido al Padre. Pero vé a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y su Padre, mi Dios y su Dios."

Mateo VI, 9: “Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre”.

Juan X, 31-39 (también Jn V, 16-18; Sal LXXXII, 6): “… No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia, porque tú siendo hombre te haces a ti mismo Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra Ley: yo dije, dioses sois? Si llama dioses a aquellos que se dirigió la palabra de Dios [y no puede fallar la Escritura] ¿cómo decís que aquel a quien el Padre a santificado y enviado al mundo blasfema por haber dicho: yo soy hijo de Dios?...”.

Mateo V, 9: “Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

Filipenses II, 6: “…sentid entre vosotros lo mismo que Cristo, el cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios”.

Es muy simple, es el mismo Jesús el que ordena llamar “padre” solo a Dios. Y él lo ejemplifica con su persona todo el tiempo, además, según Pablo no presumía ser Dios. Es por eso que hace notar a los judíos su falsa acusación, declarando él, tener todo el derecho de autonombrarse “hijo de Dios” por lo escrito en las Escrituras. Pero es intrigante, cómo cristiano alguno no perciba la universalidad de este hecho y continúe adjudicándoselo a un particular, Jesús.
Padre mío, Padre vuestro, Padre nuestro.
           
6) Mateo IV, 1-11(también Lucas IV, 1-13): “Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer ayuno por cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre, entonces se acercó el tentador y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas él respondió: Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra salida de la boca de Dios”. Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo y le dice: Está escrito: “A sus ángeles te encomendará, y te llevarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le dijo: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”. Todavía le lleva el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: Todo esto te daré si te postras y me adoras. Dísele entonces Jesús: Apártate Satanás, porque está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás. Y sólo a Él darás culto”.

Santiago I, 13: “Ninguno, cuando se vea tentado, diga: Es Dios quien me tienta, porque Dios ni es tentado por el mal ni tienta a nadie”.

Colosenses I, 16: “...todo fue creado por él y para él”.

Salmo II, 8: “Pídeme y te daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra”.

Éxodo XVII, 7: “Aquél lugar se llamó Massá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y por haber tentado a Yahveh diciendo: ¿Está Yahveh entre nosotros o no?”.

Mateo XI, 27: “Todo me ha sido entregado por mi Padre...”.

Marcos I, 24: “¿Qué tienes tú con nosotros Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: El Santo de Dios”.

    Por el momento no corresponde descifrar quién es o qué es ese diablo; pero algo importante qué notar, es que quien impulsó al desierto a Jesús fue el Espíritu. Si Jesús fue humano, cuarenta días de ayuno en el desierto perturban a cualquiera. Y se ve manifestado por el pasaje de la tentación, donde Jesús, reconociendo su mesianidad, está enterado que sus peticiones serán complacidas. Pero como se nota en la agonía de Getsemaní, se desprende  de ese cáliz. Así que ese diablo, si fuere un personaje, contradice lo dicho por Jesús, Pablo, el salmo y la carta de Santiago, pues ni Dios es tentado por el mal y todo lo creado pertenece a Jesús Ungido. La duda planteada por el tentador no es: “Si eres Dios”, sino: “si eres hijo de Dios”... ¿por qué duda el diablo que Jesucristo sea “hijo de Dios”? ¿Por qué le ofrece los reinos del mundo si todo le pertenece al “hijo de Dios”? Si el diablo, testigo de la creación, sabía que Jesús era el “hijo de Dios” y co-creador del mundo ¿por qué lo duda y ofrece lo que no le pertenece?... Y más obvio todavía porque hasta los espíritus inmundos reconocen en Jesús al santo de Dios.
           
7) Juan I, 1: “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios.

X, 30: “El Padre y yo somos uno”.

    Juan VIII, 58. “Jesús les respondió: en verdad, en verdad os digo, antes que naciese Abraham, Yo Soy”.

Filipenses II, 4-11: “… Sentid entre vosotros lo mismo que Cristo, el cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su parte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre... y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”.

Romanos IX, 5. “y los patriarcas; de los cuales procede Cristo según la carne, el cual está encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos, Amén”.

Hechos XX, 28: “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con su propia sangre”.

Juan XX, 28: “Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío”.
           
Estos siete pasajes son los únicos, o los más importantes, que exponen a Jesús como “Dios”; pero se encuentran con graves dificultades, a saber:
I.- Son tan solo siete pasajes contra toda la gama anterior que muestran lo contrario, que por si fuera poco, faltan mucho más.
II.- Conforme lo advertido en los Prolegómenos,  sólo Juan y Pablo  son los que aparentemente identifican explícitamente a Jesús con Dios, contando con dos cosas: II.1) Es evidente que san Pablo es el erudito por excelencia dentro del apostolado, el cual marcó gran influencia sobre los demás apóstoles, especialmente en el escritor del evangelio según Juan, y en la cartas y apocalipsis homónimas. II.2) La erudición paulina mostró no sólo confusión, sino hasta pugnas doctrinales, y se ve reflejado en la segunda carta de Pedro III, 15-16: “... Aunque hay en ellas (las cartas paulinas) cosas difíciles de entender, que los ignorantes y débiles interpretan torcidamente...”. Como se ve, es palpable como tajante que a san Pedro también le costó trabajo entender el pensamiento de Pablo en sus cartas; y eso que el buen Pedro anduvo con Jesús y fue instruido por él.
III.- Vaya, ha quedado patente el discernimiento apostólico entre el santo Jesús y el dios de Israel. Pues, hay al menos 20 pasajes que disciernen a Dios, el Padre, del piadoso Jesús; contra 7 que aparentemente mencionan lo contrario. Y que se dice “al menos”, para no abusar de la insensibilidad numérica; y “aparentemente” porque es una mera reconsideración lingüística.
Más aún, quedan cuatro aseveraciones concluyentes que terminan de sepultar esa falsa creencia jesuoteísta. A saber:
7.1) ¿En qué momento el apostolado se percató que Jesús era Yahveh Dios? ¿En qué momento se percataron que Jesús era el “primogénito de la creación”?... ¿Por qué o cómo el apostolado lo concluyó?... ¿Era unánime en el apostolado tal conclusión?... ¿En qué momento el apostolado se percató  que Jesús era una de tres personas de una Divinidad Trina o triforme?... … Gracias a la vergonzosa y constante terquedad, y bochornoso escepticismo del apostolado[4], es que se puede asegurar que ocurrió después de ese famoso día de Pentecostés. Por lo que los evangelios –como “historia” [de Jesús] anterior a ese día– pierden legitimidad como prueba a favor del jesuoteísmo.
Y si tal obstáculo parece una aseveración apelable e inconcluyente, deben ser notorias tres cosas: 3.1) Los apóstoles, como todo judío, esperaban al mesías, y al esperar al mesías esperaban a un siervo de Yahveh y NO a un ángel o al mismo Yahveh. Y lo que se ve en los evangelios, es precisamente  historia de la expectativa mesiánica, no solo el ministerio de Jesús, sino el surgimiento de la fe en la mesianidad de un hombre, Jesús de Nazaret, y no de que era un arcángel, Dios quizá. 3.2) Las profecías mesiánicas consideradas por los judíos, por la ortodoxia; por fariseos, esenios, zelotas… No se refieren a Yahveh Dios, o a un arcángel, sino a un “vástago de David” y/o a un “siervo”; y tales profecías no identifican al mesías con Yahveh Dios, no dicen que el mesías sería el dios de Israel[5]. 3.3) Los discursos posteriores de Pedro, según Lucas[6], certifican estas puntualizaciones. Pues se demuestra que su interpretación mesiánica de las profecías se refieren a un hombre y NO a un dios o al mismo Yahveh Dios. Y que después de ese día, quedaron, no solo convictos de la mesianidad de su piadoso maestro, sino del significado del ministerio mesiánico y de su empresa apostólica.
Hermenéuticamente no es recomendable, es mas, es equivocado el que una verdad trascendental como la trinidad haya sido revelada al final de su ministerio mesiánico, bueno, por lo menos al final del evangelio mateano. Lo que refuerza la idea que ese famoso pasaje [XXVIII, 19] es por contexto UN ÚLTIMO RECORDATORIO TESTAMENTARIO DE SU EMPRESA TRICÉFALA[7] y NO una revelación de una Divinidad-Trinitaria o triforme.  
Y peor, bajo el supuesto de una asimilación por parte del apostolado [primitivo] de la divinidad de su maestro después de ese Pentecostés, Lucas, de forma inesperada y difícil de explicar, pero, sin querer queriendo escribió las cosas de tal forma, repito, sin querer queriendo, que favorecen esta línea de pensamiento. Lucas no solo sugiere que tal asimilación no fue sincrónica o unánime en el apostolado primitivo; además, nos muestra que antes de la conversión del buen Saulo, antes del capítulo IX, el apostolado primitivo a través de Pedro y Esteban, NO pregonaban a un “primogénito de toda la creación”, NO pregonaban a un dios, sino a un hombre de Dios[8]. Fue Pablo y solo Pablo el que comenzó a predicar a un Jesús de abolengo divino sin consultar al primitivo y genuino apostolado[9]. Como si Lucas hubiese querido que el lector se diese cuenta que Pablo fue el primero en reconocer que Jesús era “hijo de Dios” en contexto divino, ignorado por los otros apóstoles. 
7.2) Si retrocedemos en el tiempo siguiendo la historia de la “Trinidad” nos percatamos que entre más lejos estemos del presente más difusa se hace. Tan solo el Gran Cisma de Oriente en el 1054 entre las Iglesias de Oriente y Occidente por la “filioque”, que separaba ambas iglesias por un desacuerdo trinitario (al menos fue el pretexto). Si nos vamos hasta el siglo V nos percatamos que apenas estaba recién salido del horno tal dogma. Debido precisamente a herejías como la arriana que no son sino la evidencia de un concepto difuso y no consensuado. En la enseñanza Patrística de los siglos II, III y IV no hay evidencia de una trinidad explícita. De hecho si se aferra uno a encontrarla, la encontrará, pero muy aislada y poco conjeturable. Y es hilarante que en la misma Tradición se encuentren ideas subordinacionistas que no por nada causarían confusiones en la gente como en Arrio de Alejandría[10]. Y más atrás, en el kerygma, se pierde por completo.  No se infiere ni forzando las Escrituras, que los apóstoles en los Hechos, ni mucho menos Jesús, hayan enseñado un Dios plural, ni mucho menos que hayan usado alguna formulación trinitaria ritual (como en el bautismo). Pocos por no decir nadie, ofreciendo el beneficio de la duda, ha imaginado que Jesús “bautizaba” “en el nombre del Padre, y del hijo y espíritu santo”. Es complejo, pero de haber sido cierta la Trinidad como una pedagogía gradual en la historia de la Salvación, resulta lógico admitir-cuestionar que al momento de escribir sus relatos evangélicos, al menos Juan y sobre todo Mateo, hubieran hecho una glosa sobre alguna enseñanza de Jesús donde él enseñara la Trinidad o triformidad, aún oculta para los párvulos discípulos; algo como: “… y aquí Jesús trataba de mostrar su relación con su Padre y el Santo Espíritu, pero no entendíamos”[11].
La Trinidad y modalismo como jesuoteísmo, contrastan estruendosamente con el monoteísmo tradicional judío, y el hecho de que no hayan sido aclarados en los textos neotestamentarios y en sus tertulias como una verdad teosófica que traían consigo las Buenas Nuevas, es prueba evidente de su falacia. No simplemente se trata (ba) de mostrar alguna identidad de Jesús como “hijo unigénito de Dios” o peor como Dios, sino de patentar una nueva verdad teosófica como la naturaleza tri-una  o tri-forme de Dios hacia el presuntuoso monoteísmo tradicional judeo-hebreo, pero como no fue así, no fue así. 
7.3) La mera existencia del primer concilio de Nicea (en el 325), la mera necesidad de su realización, es prueba por sí misma de la inmadurez cristiana. 300 años de inmadurez, 3600 meses de inseguridad y división; en la Iglesia no hubo consenso por 3 siglos sobre la naturaleza de su santo maestro, si era tan solo un profeta, un dios, o el mismísimo Yahveh Dios. Desacuerdo  que desprende al legado cristiano de una confiable  teología consecuente. Y burlescamente demostrable por los cismas posteriores y la fragmentación centenar sectaria, que manifiesta un infundamentado cristianismo enfermo y sin solidez desde su origen. Por demás desconfiable de cualquier posición teologal.
7.4) El concilio llegó a un acuerdo (por cierto no fue unánime) después de una consensuada interpretación, ¡¿interpretación?!  El hecho de que haya ocurrido un concilio, y el que se haya interpretado, sugiere dos cosas: 4.1) Que el apostolado NO transmitió fielmente el testamento de su santo maestro, y 4.2) Que el inmediato legado apostólico NO supo transmitir la convicción apostólica… … nadie supo hacer las cosas,  nadie hizo bien su trabajo. Tal fabilidad desvirtúa la confianza en el magisterio y deroga la confiabilidad del NT, dejándolo susceptible al imperfecto y nada recomendable subjetivismo.
En conclusión, el jesuoteísmo es lapidado por la penosa interpretación, pues ni el apostolado supo transmitir de forma correcta su fe, ni su legado tampoco, que la Iglesia posterior se ha visto en la penosa necesidad de interpretar las palabras apostólicas y hasta patrísticas. Que no se sabe cuándo, cómo, por qué, y si fue unánime la deificación de Jesús Mesías.
Quién iba pensar que el cristianismo sería tan complicado que se han escrito un millar de libros para poder explicarlo… algo que demuestra su escaza solidez y su confusa naturaleza, y que la hierática ciencia cristiana no es por revelación, sino por interpretación, pues de otra forma no se explica tanta jurisprudencia patente en millares de libros explicando el significado de los pasajes neotestamentarios. Si no creen, vayan a una librería católica o pídanle a un testigo de Jehová que les enumere sus publicaciones[12].
IV.- Ge I, 26-28: “Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según  nuestra  semejanza, y domine en los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en todas las alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la tierra...”.
Ge III, 22: “Y dijo Yahveh Dios: ¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal...”.
Salmo LXXXII, 6: “Había dicho yo: ¡Vosotros dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!”.
Salmo VIII, 5-9 (de David) (también Eclesiástico XVII, 1-8):“¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Hombre (Adán) para que de él cuides? Apenas inferior a un dios (otra traducción: “a los ángeles”) le hiciste, coronándole de gloria y esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: Ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias salvajes, y las aves del cielo y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas”.
A pesar de que la intención de Pablo fue buena, fue paralogista, pues despojó al hombre, hijo de Adán, de todo privilegio divino otorgado desde la creación. Todo hombre es semejante al Creador, dios como Dios, dominante y señor de las obras del Creador. Y el colocar la herencia de la que tiene por derecho el hombre, en posesión de Jesús, Pablo cayó en interpretaciones, no sólo subjetivas, sino sugestivas, que lo acarrearon a una profecía Jesuscéntrica grosera, p. Ej.: En Gálatas III, 15… Respecto a Ge XII, 7, que por cierto lo contradice Ge XV, 5+. Jesús es imagen de Dios (Col I, 15), por supuesto que lo es, porque es un hombre descendiente de Adán. Cristo Jesús es dueño y señor  de todo lo creado, y lo tiene todo bajo sus pies; por supuesto,  como todo hombre hijo de Hombre, de Adán. Pero por supuesto también es innegable que Jesús es por derecho propio la efigie de la virtud; algo de lo que abusó san Pablo y repercutió sin duda en san Juan.
             Juan X, 30: “El Padre y yo somos uno”. Típico de los bisoños. El que sean uno no significa que sean co-iguales, sí, son uno, pero no son co-iguales. Compárese con Jn XVII, 20-23, 1 Cor III, 6-8, Jn XIV, 28; XX, 17 y Mc XIII, 32; X, 18… como si Apolo y Pablo fueran un solo ser humano en dos personas distintas.
            ¿Cuál era la duda de Tomás, si su maestro había resucitado, o que si era Yahveh Dios? Si Tomás Dídimo (el Mellizo) hubiese creído que Jesús era el Dios Todopoderoso encarnado, no hubiera hecho tan patética petición para creer.
 1Re VIII, 27: “Pero, ¿en verdad Dios habitará sobre la tierra? He aquí que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo. ¡Cuánto menos este templo que he edificado![13].



[1] Guerra de los Judíos II, 7; Antigüedades Judías XVIII, 1; 3, 4, 5. Aboth Pirkei I, 12; Shab. XXXI.
[2] En el NT Jesús no se autonombra “salvador”, es el apostolado el que lo llama de esa manera.
[3] Si el ofendido defiende al ofensor ¿contra quién acusa y defiende? ¿Para qué tanto teatro soteriológico pues si al cabo terminaría perdonando? Definitivamente Dios no juega a los dados…
[4]     Evidencia “D”.
[5] Mal III, 22-24; Mt XVII, 9-13. ¿Reencarnación o Metáfora?
[6]     Hechos II, 22-24+; 32-36; III, 13-26; IV, 8-12; 24-31; V. 29-32; VII, 35+.
[7]     Pues los discípulos como albaceas (apóstoles) le responden a tres patronos: a Dios, el Padre, por ser el dueño de la empresa. Al Mesías, el hijo, como su jefe inmediato; con quien es la empresa (Jn XVII, 18-19). Y finalmente, al Espíritu Santo, “los amigos o hermanos”, para quien es la empresa (Jn XV, 12-16; XVII, 6-8; 18-21). Ese “Espíritu Santo”, no es el Paráclito, sino todo aquello que representa “espíritu santo”, y por sustracción se refiere especialmente a la comunidad de fe, a la Iglesia… a la comunidad del espíritu santo. En contraste a la del espíritu maligno, del espíritu del mundo.
[8]     Hechos II, 22-24+; 32-36; III, 13-26; IV, 8-12; 24-31; V. 29-32; VII, 35+.
[9]     Hechos IX, 20 y Gal I, 16-17 respectivamente.
[10]    Apéndice B
[11] Como ejemplo considere y bástese el pasaje de Jn VI, 70-71, donde se muestra el uso de una glosa.
[12] Mt VII, 12; XI, 30; XXVIII, 19; V, VI, VII; Mc XII, 28-31…La enseñanza de Jesucristo es tan clara y tan simple, que quien no lo vea de esa forma, le gusta complicarse la vida. Le importan otras cosas: el culteranismo, el debate intelectual o quizá el fanatismo. Pero definitivamente no le interesa seguir la enseñanza y ejemplo de Jesús. Las más ejemplares comunidades cristianas, son las primitivas, y en ellas no se encontrarán complicados textos de Teología, catequesis, historiografía… ni siquiera Nuevo Testamento. Esto debería ejemplificar la simplicidad del cristianismo, y que pretender otra cosa es: 1) o por una obsesión intelectual sin salida con los textos paulinos, elaborada filosofía o teología.  o 2) por mero gusto intelectual, a sabiendas que la doctrina cristiana no exige tanta palabrería. Su servidor esta consciente de ello, y este ensayo es mero placer intelectual, porque al actuar, no hay mejor consejo que “el útil servicio es sinónimo de Dios”.    
[13] Apéndice C (pruebas definitivas de la falacia divina de Jesús).

PRUEBAS INDIRECTAS EXTRÍNSECAS.


Estas pruebas son las más polémicas para el tradicional judeocristiano jesuoteísta, tanto, que las niega de inmediato sin profundizar sobre la validez de la forma en que presentan  las evidencias los creyentes.


Estas, de forma independiente y en suma de las anteriores, deroga de manera contundente la creencia sobre la deidad de Jesucristo en cualquier apreciación.


Tan simple que, para demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías judío tan esperado por sus compatriotas (ni siquiera que es Dios mismo), el mismo Jesús, Pedro e igualmente Pablo, usan las "Escrituras", es decir el AT judeocristiano o Tanaj judío. Esto descalifica el uso del NT por los judeocristianos contemporáneos, que no existía en el siglo I ni mucho menos fue usado por los primitivos cristianos. En consecuencia, cualquiera que quiera usar el NT para demostrar que Jesús es Dios, dándole prioridad por encima del AT, es no solo un error, sino una descarada forma de mentir. 


Al no haber NT en siglo I ¿cómo disertaban y defendían su fe los apóstoles y primigenios cristianos?

¿Es que Pablo usó en las sinagogas ante los eruditos judíos sus epístolas o el evangelio según Juan para demostrar la divinidad de Jesús?

Hechos XVII, 1-4: “Atravesando Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica donde los judíos tenían una sinagoga. Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicándolas y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos, y que ‘este Cristo es Jesús, a quien yo os anuncio’. Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas como una gran multitud de griegos que adoraban a Dios y no pocas de la mujeres principales”.

10-12: “Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres”.

Lucas XXIV, 13-27: “… Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

Juan V, 45-47: “No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”.

Estos pasajes son la evidencia contundente (?) que para demostrar la mesianidad de Jesús de Nazaret, Jesús y compañía usaron el AT o Tanaj judío, y NO el inexistente NT.

Esto no elimina del todo el uso de NT, sin embargo, si lo restringe como prueba secundaria y no primaria como lo es el Tanaj para demostrar que Jesús es el Mesías o Dios mismo.

Razones a priori

Parece que al común de cristianos, principalmente los para-protestantes, les pasa inadvertido el defecto tautológico que adolecen al argüir sobre la deidad en Jesús. Usan los libros y pasajes del NT tan expedita como si fuera un hecho que los paganos los admitieran igualmente valederos. Cuando no es así. Saben perfectamente que es un error no considerar el objeto y destinatario de los textos.
   Sin entrar en demostraciones rigurosas, es necesario responder sobre la naturaleza de los textos para valorar apropiadamente el uso de los pasajes al momento de la argumentación.

  • ¿A quién se cree estaba dirigido el evangelio según Juan?
  • ¿Cuál se cree que era su propósito?
  • ¿Cuál era el propósito de las cartas paulinas?
  • ¿Y el de las otras epístolas?
  • ¿Y el de los sinópticos y los Hechos?
Se insiste que no es el momento de lucubrar minuciosamente. Y al margen de esta advertencia, en general se admite que el evangelio según Juan estaba dirigido a cristianos de origen gentil. Con el propósito de revelar a esos neófitos gentiles la verdadera naturaleza de Jesucristo como el unigénito de Dios. Y no a los escépticos o doctos judíos. Esto restringe el valor global de este evangelio como evidencia argumentativa a favor de la deidad en Jesús. Quizá sea de uso cristológico entre cristianos, pero no como recurso teológico entre paganos. Pues tal acto sería desde un principio parcial y ventajoso; absurdo y tautológico. Por ejemplo en Jn I, 1 el autor hace una declaración dogmática, no una demostración. Declaración que es lógica para creyentes, no para paganos. Y obvio que Pablo no la usaría en una sinagoga como prueba cristiana.
Las cartas paulinas son cartas, de orden fraternal y doctrinal. Y no rigurosas demostraciones teológicas. Al igual que la literatura joánica, es militante, no proselitista. Por lo mismo poseen un mayor valor cristológico para creyentes, que teológico para paganos.
La carta a los Hebreos origina inquietudes sobre su origen, autor y finalidad. Aunque en un principio se cree que estaba dirigida a “los hebreos”, quizá levitas conversos de Judea, incluso hay quien ha sugerido a los esenios. Carece de ecuanimidad y objetividad proselitista, pues desde su comienzo da por hecho que Jesús es el Mesías Hijo de Dios SIN demostrarlo. Hace declaraciones cristológicas, más que demostraciones teológicas o históricas sobre Jesús. 
  Por tanto, en global no es válida como evidencia argumentativa a favor de la deidad en Jesús.
El resto de epístolas también adolecen ser militantes, por donde, parciales.
Los sinópticos como los Hechos, son textos con mayor proselitismo que militancia. Lo que los convierte en los textos que en global pueden ser usados válidamente en la argumentación a favor de la deidad en Jesús. Y el resto de literatura del NT debe usarse con cierta cautela en los pasajes particulares que sirvan de evidencia.
Y al usarse de acuerdo al tema anterior, deben ser de orden secundario, como lo hizo Pablo, como lo hizo Jesús. Pues al no ser testigos presenciales del ministerio, los cristianos contemporáneos, solo queda apoyarse en esas “biografías”.

Por donde y por lo tanto, sabiendo que para demostrar que Jesús es Dios o el Mesías se debe dar prioridad al AT, que la incredulidad de sus parientes y discípulos rechazan la idea que hayan creído la divinidad de su santo maestro antes de Pentecostés y las pruebas directas, demuestran que Jesús no es Yahveh Dios, ni trino ni triforme, ni de ninguna otra forma.


Su investigador contrito, W. 

9 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Buen día mi amigo.

      Esperando no te dejes llevar por la primera impresión y en verdad te guste el contenido del blog, que lo disfrutes.

      W

      Eliminar
  2. Bueno, personalmente no te juzgo, no eres el primero ni el último que rechaza la Deidad de Jesús por creer tener razones intelectuales. No te discrimino en lo absoluto por ello, de hecho me caes muy bien, podría considerarte "mi amigo" de no ser que levo poco tiempo conociéndote y charlando contigo. Me gusta tu sinceridad y tu forma de ver las cosas. Así que me puedo sentir a gusto respondiendo este post.

    Hay algo notorio en todo esto, y tú mismo lo admites: nadie investiga para quedar en la mentira, y así como tú lo dices de ti yo lo digo de mí.

    Cierto, la gran mayoría de los creyentes no investigan, creen y punto (lo cual no es malo si se tiene la verdad). El problema de esto radica que al no investigar dejan huérfana a la razón y luego van tras las sectas. Curioso que esto lo haya dicho, palabras más o palabras menos, a los titianos, ehortándoles a que investiguen o al menos a que vean las pruebas que he visto yo, pero en vano. Y nada más sincero que esto que dices: "La verdad nos hace libres, no necesariamente felices". Eso captó mi atención.

    Vayamos a tus razones.

    * RAZÓN NÚMERO UNO: NI SUS PADRES
    Es interesante lo que aquí ocurre, pero insuficiente como para rechazar la Deidad de Jesús, sobretodo porque no es un invento del siglo XX el creer que Jesús es Dios. Ahora, la consciencia mesiánica de Jesús puede haber estado por encima de la realidad de que Jesús era su propio hijo (María y José). Un hijo dado por Dios no necesariamente sería Dios mismo -pensarían ellos-. Todo esto es posible aun cuando el nacimiento virginal se anuncia desde Génesis. Y más cuando parece ser que a la gente se le olvida fácilmente el mensaje divino. Tengo dos ejemplos:

    El primero es cuando Jesús les advierte que iría a Jerusalén, pedecería, moriría y resucitaría. Cada vez que lo anunció no lo entendieron.

    Incluso, en una de ellas, a pesar de que anunció que resucitaría (algo que sería notoriamente impresionante) Pedro dijo "que nada de esto te suceda" (Lc 16:22) evidenciando que igual no entendió. Ésa es la primera...

    La segunda me pasó a mí. Puede que para ti no tenga significado alguno pero para mí fue muy real, y en base a lo que hablamos nadie me podrá refutar este aspecto. Hace mucho tiempo yo descuidé mi vida espiritual, y a alguien se le reveló por sueños algo sobre ello. Un amigo me indicó que el Señor le reveló algunos aspectos acerca de mí que me son de verguenza, y le confesé ciertas cosas que venía haciendo. Mi amigo me dijo que veía a una especia de figura que me daba latigazos, según lo que se le había mostrado, y que pronto me podría apartar del evangelio. Por supuesto que me atemoricé al momento y tomé cartas en el asunto. Pasaron los meses y la realidad fue que me aparté, comencé a hacer lo malo, y por supuesto que por mi mente ni siquiera pasó la exhortación de aquel amigo. Pasé mucho tiempo apartado hasta que por misericordia de Dios volví. Y fue justo después que volví que pude recordar la advertencia de mi amigo. ¿Qué pasó? ¿Por qué no lo recordé cuando debía hacerlo? No lo sé, lo cierto es que es totalmente posible, aun cuando se te ha dado una advertencia de que algo va a ocurrir, se te puede olvidar. A Pader se le dijo que antes que el gallo cantara negaría al Señor tres veces, y sólo después de la tercera negación fue que se dio cuenta. Ese tipo de cosas pueden pasar.

    Este primer punto es poca cosa como para arriesgarse al infierno (que pareciera ser la negación del momento). Piénsalo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hermano: esta será una de 2 respuestas sugeridas. Será la breve y más sentimental.

      Me da gusto que te hayas dado el tiempo de leer pero sobre todo de contrargumentar.

      Pero no necesitas credenciales conmigo. Igual, aunque cristiano, y aunque hemos discutido con fiereza, eres de lo mejor en los foros, y más que como "defensor" como persona.

      No me importa si crees en la Trinidad o no, en este año de "conocerte" sé que eres cabal como buena persona y para mi eso es suficiente.

      Sé que no me discriminas por no creer. Sé que cuento contigo a muy larga distancia.

      Por honor a tu visita, disertaré tus contraargumentos, y si me lo permites, lo publicaré en facebook, pa que la raza vea y aprenda a defender, ya sea su fe o su incredulidad.

      Te deseo lo mejor broder, buena vibra y que disfrutes tu época de padre. Sé que tu hijo está en las mejores manos de Venezuela.

      Tu compa, W.

      Eliminar
    2. Respuesta 2.1)

      Bueno bro, paso a refutar comentario 1:

      Nadie, absolutamente nadie puede "tener la verdad" sin haberlo fundamentado de alguna forma. De otra manera todos seríamos suceptibles a multiverdades incoherentes con la realidad objetiva.

      Me ofendes hno. Claro que esta primera razón es insuficiente para sostener la seudodeidad de Jesucristo, está de más tu comentario. Ofrezco 3 argumentos con diversas razones c/u. Tampoco es un invento del siglo XXI el rechazo a la "generación espontánea", a la "combustión espontánea" y hasta que "la Tierra no es plana", pero persisten sus apólogos o crédulos. Lo que te invito a valorar o mejor dicho, revalorar, es mi clasificación argumentativa. El primer argumento en contra de la deidad de Jesús es la suma de incredulidades por parte de su círculo de confianza, ¡poca cosa! Sus padres, hermanos, parientes, apóstoles!!! Todos. lo que lleva a concluir que no hay unanimidad de cuándo y cómo ocurrió la deificación del gran Chuy dentro de su discipulado. Si Jesús es "Dios" como sostienen, resulta más que increíble, incoherente la suma, la suma de incredulidad, desde su infancia, ministerio, pasión, muerte, resucitado y después de elevarse al Cielo (o irse a Cachemira, jeee).

      "Pensarían ellos", "Génesis"; "No experimentes en cabeza ajena", no te lo permitas. ¿Ellos fueron simples mortales como tú y yo? Y aunque lo sean, no afirmes por ellos, ¿qué te da esa autoridad? Es axioma que ellos, judíos galileos rurales marginados y posiblemente indoctos, sumergidos en una guerra humillante, pensaran en lo que tu crees que pensaran, y mucho menos como un cristiano contemporáneo. Y menos en Génesis. Contextos muy pero muy diferentes, no compares.

      Tu "prueba" del olvido está sesgada hacia mi lado que al tuyo, pues apoya mi tesis que no se sabe si fue unánime la deificación de Jesucristo por sus seguidores... ¿ésta prueba indica que Pedro, José, María y hermanos notaron que Jesús es Yahveh Dios hasta después de su crucifixión? ¿En qué momento si aún después continuaba la incredulidad?

      Peor mi hermano, tu evidencia subjetiva no es válida en ningún escenario formal, me extraña que la expongas como prueba a tu favor, sabiendo que eso es incorrecto, digo, pues te muestras como "apologeta". La admito como anécdota pero no como evidencia.

      En síntesis, no niegas la incredulidad paternal, ni mucho menos indicas cuándo dentro del relato evangélico sus padres estuvieron seguros de la deidad de su hijo. Queda vaga en tu exposición dicha convicción paternal como desde un principio he sostenido. Amén.

      Continúa...





      Eliminar
  3. * RAZÓN NÚMERO DOS: NI SUS HERMANOS
    Tu segunda razón es muy similar a la primera. No todos los días se le puede decir a alguien "tu hermano es de procedencia divina". Es notorio que la confesión de Pedro acerca de la Deidad de Jesús fue por voluntad del Padre, no de Pedro. Y no es de sorprender que cuando buscaron a Jesús, no sólo estaban los hermanos sino también María. Que te digan que tu novia fue escogida por Dios para una tarea puede ser notorio unos días, pero después se te olvida, y eso no indica necesariamente falta de memoria sino de consciencia acerca de lo divino. Una cosa es recordar una revelación y otra muy diferente es de saber a todas luces lo que significa la expresión "hijo de Dios".

    Pero debes saber que uno de sus hermanos, Santiago, finalmente creyó en él, y terminó siendo una de las columnas de la naciente iglesia cristiana.
    ...

    ResponderEliminar
  4. * RAZÓN NÚMERO TRES: NI SU PRIMO
    Confieso que esto me desconcertó cuando comencé a creer. ¿Cómo es posible que si se supone que estás enterado de que algo es verdad, vayas luego a examinarlo buscando una prueba de ello? Esto es normal en la vida cristiana y le pasa a todos los creyentes, no por el hecho de Juan sino porque a cada uno nos pasa. Yo comencé a investigar la fe cristiana porque comencé a leer cosas que la contradecían. AHí me dí cuenta: si se supone que estoy seguro de estar en la verdad, ¿por qué ahora busco justfificarla? Recordemos que la revelación de Juan el bautista acerca de su primo no viene sino por Alguien que le dijo que "donde viera reposar el Espíritu como paloma". Luego de su calamidad envía a preguntar si era o no el Mesías. Esto también ocurre: cuando a un creyente le ocurre una tragedia comienza a preguntarse si Dios verdaderamente existe (lo que un sicólogo denomina "el síndrome de la traición"), ya que uno como creyente esperaría que un Dios Todopoderoso lo proteja hasta de las gripas más tontas. Ello es una conducta normal, y sigue siendo un argumento muy pobre para arriesgar tu vida de semejante manera.

    Que Juan el evangelista es el único que cita la declaración del bautista se debe a que el evangelio de Juan es diferente desde su concepción. Dudo que los demás discípulos no supieran de esta declaración, pero basta con mirar todo el panorama de Juan para saber que este evangelio es tan profundo como espiritual, no queriendo decir solamente lo que ocurrió signo lo que significa, por eso no ocultó la declaración del bautista, quien sí podía admitir conocer el significado de lo que era Jesús, aun por encima de su familia. Y el porqué siguieron al bautista nos indica la influencia de éste, sin inferir necesariamente que debamos poner en duda la Deidad de Jesús. A mi entender no le veo gran cosa como para desacreditar a Jesús.

    ResponderEliminar
  5. * RAZÓN NÚMERO CUATRO: SUS DISCÍPULOS
    Ya hablamos de Pedro, ahora hablemos de Tomás, uno de mis preferidos. Lo de Tomás me gusta porque en cierto modo me identifico mucho con él. Y es el ejemplo clásico de que los discípulos no creían que Jesús fuere a resucitar. Pero las escrituras nos dicen que Tomás siempre fue así, su fe no era muy práctrica que digamos, hacía las buenas preguntas y parecía ser más objetivo que los demás. Pero Tomás no sólo dudó de lo que dijo Jesús (en vida) ni los discípulos, sino que los once dudaron de las palabras de María de haber visto al Señor.

    Ahora, ¿buscas una razón para creer o para no creer? Ciertamente me apropiaré de tus palabras quién sabe por cuántos años: "Nadie investiga con el anhelo de caer en la mentira", y es muy cierto. Pero, ¿por qué basarse en Tomás y no en Juan, por ejemplo? A Tomás le bastaba tocar las heridas del crucificado maestro, a Juan por el contrario, sólo le bastó ver el sepulcro vacío. ¿Por qué Tomás sí y Juan no? Una pregunta tonta si se quiere, pero tan válida como las tuyas.

    Un proverbio oriental dice "cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo". Esto lo digo no porque tú o yo seamos ni sabios ni necios, sino porque es fácil quitar los ojos se las cosas importantes mirando las cosas poblres. Fíjate que intentas basar tu incredulidad eterna en base a la incredulidad momentánea de los discípulos, y no sólo eso, sino que hablas de la incredulidad en la resurrección, ¿se leyó? ¡en la resurrección!... y no te has dado cuenta que poco importa la ola si se debe mirar el mar. A nadie le interesa si Pedro esperaba la resurrecció o no, o si Tomás esperaba equis cosa. Lo importante es que la tumba estaba vacía, y allí descansa el cristianismo.

    Básicamente no te cuadran algunas cosas, que no necesariamente indican que sean imposibles, de hecho son perfectamente posibles. Y, el hecho de que no te cuadren estas cosas no le quitan a su Jesús su carácter de Divino. Entiendo que dijiste que habías investigado, la pregunta que me surje es: ¿dónde?

    ResponderEliminar
  6. Vayamos a tus preguntas:

    ¿En qué momento el apostolado se percató que Jesús era Yahveh Dios?
    Estando Jesús en vida. Esto podemos verlo en Tomás quien, a pesar de su incredulidad, dijo "Señor mío y Dios mío" (Jn 20:28). La declaración de Pedro debe persuadirnos de eso, pues el Mesías, según las Escrituras, debía ser divino. El cristianismo primitivo también heredó esto hasta nuestros días, pues en el 110 Ignacio escribe "Por cuanto nuestro Dios, Jesucristo fue... concebido en el seno de María... por el Espíritu Santo".

    ¿En qué momento se percataron que Jesús era el “primogénito de la creación”?
    Buena pregunta. Pablo escribió acerca de esto alrededor del 60. Básicamente deberíamos preguntarnos ¿quién se lo dijo? Pedro admite que Pablo escribe según la sabiduría que le ha sido revelada (2Ped 3:16). Fíjate que Jesús nunca dijo ser el Creador y consecuentemente el primogénito de la creación (al menos que nosotros lo sepamos), sin embargo tanto Pablo como Juan lo declaran. Y si Pablo, quien lo dijo primero, hubiera dicho algo contrario a lo que creía el apostolado en general, ¿no crees que se lo habrían rechazado? Sin embargo no fue así, sino que fue confirmado.


    ¿Por qué o cómo el apostolado lo concluyó? ¿Era unánime en el apostolado tal conclusión?
    Sí, no hay duda. Ya te dije que se creía que el Mesías era divino. El targum Isaías dice acerca de 9:6 "Admirable, consejero, Dios Fuerte, el que vive para siempre, el Ungido, en cuyos días la paz aumentará sobre nosotros". Basta con que Misqueas diga que es eterno para saber que es Dios. Así, la declarar Pedro que Jesús era el Cristo se aseguraba de identificar a Jesús con ese Prometido Divino, y que Jesús no lo reprochara sino que le bendijera es motivo suficiente para saber que era unánime. Y fíjate algo; luego de la ascensión de Jesús y la expansión del cristianismo se celebró una reunión en Jerusalen para tratar algunos temas que consideraron problemáticos, pero entre ellos ni se tocó lo concerniente a la deidad de Jesús, eso estaba claro.

    Esto es un "por ahora". Luego continuo con lo que llamas las "pruebas diectas". Un abrazo. Bendiciones.

    ResponderEliminar

Comentarios, quejas...

Buscar