jueves, 28 de abril de 2011

Teología Narrativa Fundamental 1


EL MARATÓN

En ciudad Santísima harán un maratón inigualable...

Bill es un joven honesto entrado en la adultez, universitario aplicado a sus estudios y voluntario en el H. Cuerpo de Bomberos de su localidad.
Bill entra a su cuarto a recoger algo de dinero y a cambiarse de playera, pues como es su costumbre de viernes por la noche, sale con sus amigos y amigas a tomar café a una restaurante de la cadena Voxs.
A Bill y sus amigos les encanta la atmósfera de ese restaurante, iluminado por lámparas ahorradoras de 60W, donde predominan los colores oscuros pálidos, con menú accesible a los bolsillos y de calorías saludables; ellos disfrutan un no tan rico café pero admitible como pretexto para la remembranza y la distracción de la carga semanal.
Al salir de su cuarto lo detiene su recto y puritano padre, cuestionando a Bill:
- Oye, ¿ya sabes del maratón?
- Eeeh, mmm, oí algo de eso, ¿por?
- Pues será el sábado de la próxima semana y te apunté.
Extrañado Bill pregunta:
- ¿Pero por qué? Si sabes que ese día festejamos el día del bombero y tengo que arreglar el salón.
- Pues sí, pero este maratón es una gran oportunidad. Además, sales a correr todas las mañanas, ya es justo que ganes algo por correr ¿no? ¿O no te gusta correr?
Con inquietud Bill responde:
- Mmm ¿pero eso qué? Corro porque me gusta, me hace sentir bien, y no me importa si alguien corre más rápido que yo. Lo hago por gusto, no por competencia. Si quieres a hasta por verme bien, pero no para ser el más rápido o de mayor fortaleza.
Lo interrumpe su padre:
- Pero si puedes ganar algo por eso ¿por qué no hacerlo? Además no me importa, correrás y ya. Todos los jóvenes de la ciudad fueron inscritos obligatoriamente y no hay excusas. Más aún, lo hacemos porque los queremos, y ni siquiera sabes los premios.
- ¡Qué, nos van a obligar! ¿Qué te pasa papá?
- Los primeros lugares ganarán una casa de 40m x 40m de construcción, amueblada, con auto y hasta perro incluido ¿no te agrada?
Titubeante el confundido mancebo responde:
- Pues se oye bien, motivante, pero...
Vuelve a interrumpir el imperativo progenitor.
- Bueno, si ganas, la casa no se te dará de inmediato; se le dará a tus hijos después de tu muerte.
Con extrañeza cuestiona Bill:
- ¡Eh! ¿Es en serio? ¿Y qué pasa si pierdo?
- Es en serio, si pierdes o no participas serás encarcelado perpertuamente, todo aquel que pierda tendrá cadena perpetua en la cárcel. Por eso tienes que ganar.
Atemorizado y escéptico interroga nuevamente el joven Bill:
- ¡Papá, qué te pasa! Me estás asustando; ya no juegues, en serio, ya me asustaste.
- No es un juego Bill, es en serio, si haz de tener un buen premio eso amerita un buen castigo.
- Pero...
- Nada, correrás y ganarás, o yo mismo te encerraré.
- ¿Papá, qué te pasa? ¿No puedes estar hablando en serio? ¡Y no quiero! No me puedes obligar a competir por algo que no deseo. Y si lo hago, si corro es por el gusto de estar bien.
- No, no es suficiente correr, o ganas o pierdes. Te amo Bill, por eso todos los padres de familia organizamos esta competencia, la creamos para darles una vida mejor. Deberías estar avergonzado, por no valorar el amor que tenemos para ustedes.

¡¡¡Absurdo??? En realidad es el diálogo entre un misionero y su próximo neófito que desconoce el amor de Dios.

W 

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